Hay cantera en el indie español, o lo que cada uno interprete que es ese nuevo fenómeno llamado Siloé. La banda pucelana, una de las más incipientes del panorama nacional, se arrancó de un plumazo el cartel de promesa y tomó la alternativa como evento principal en la playa de Riazor, la misma faena que resolvieron en su día The Cure (1998), Status Quo (1996) o Joe Cocker (2000).
Sucede con la banda encabezada por Fito Robles algo semejante a Arde Bogotá: en cuestión de unos meses han pasado de convertirse en un maravilloso secreto a ser un fenómeno de masas. El pasado mes de noviembre agotó las entradas en la sala Inn en un tiempo récord. Ahora logró congregar a decenas de miles de personas que corearon sus temas de comienzo a fin. Y lo mejor de todo es que buena parte de los asistentes se sabían el show de arriba a abajo. De hecho, fue tremendamente parecido a lo que supuso uno de los momentos cumbre del Son do Camiño 2025.
Salió Fito Robles a las 22:32 a cantar él solo, guitarra en mano y armónica en boca, del medio del público. Hay quien tacha a Siloé de ‘rock católico’, o de ‘indie cristiano’. Sí, el escenario lo corona un enorme crucifijo, por más que ninguna de sus letras, salvo ‘Reza por mí’, haga referencia a la fe o a credo alguno. Lo que sí derrochan es una espiritualidad que le cuesta disimular a su líder, un Fito Robles que es puro sentimiento en su interacción con el público.
“Decidme que es el show de Truman, me habéis puesto ahí la playa y esto es mentira. Gracias por venir a disfrutar” dijo tras saludar con “Boas noites”. ‘La verdad’ fue, como habitualmente, la elección para el viaje de algo más de una hora. Siguieron ‘Sangre en las venas’ y ‘La niebla’, dos temas ‘bailongos’ y buenrollistas que se adaptan a la perfección a lo que exige un festival de verano en la playa en una noche de sábado.
Es prolífica la producción de Siloé en cuestión de una década, con cinco discos, pero buena parte de la carga del setlist recayó sobre ‘Santa Trinidad’ (2023), el punto de inflexión de una carrera que se encuentra en su clímax.
Alucinado por la gran cantidad de niños presentes en el bolo, Fito Robles anunció que grabarían una versión en directo de ‘Súbeme al cielo, tema grabado para el disco con Dani Fernández y que la banda quiso inmortalizar en directo con los tres músicos sentados juntos bajo la batería y un marco que consideraron inigualable.
Sin grandes solos, salvo uno de batería, ni momentos para el lucimiento individual, la maquinaria de Siloé llegó a su final con ganas de “mandarlos a todos a tomar...”, ese muy celebrado momento de ‘Si me necesitas, llámame”, un tema que la fanaticada sabe antesala de ‘Todos los besos’.
La canción más famosa funcionó como epílogo de un bolo inolvidable. Siloé se dio un bautizo de masas como banda colosal, al igual que había hecho en la previa en el Sonorama, y dejó bien alto el pabellón de un Noroeste que, pese a lo apurado de su anunció, consiguió congregar a más de 60.000 personas entre los dos días (la jornada de Carlos Ares, Luar na Lubre y Grande Amore citó a entre 25 y 30.000).