A Coruña: donde todo es 'chegar e encher'

A Coruña: donde todo es 'chegar e encher'
Dos personas comen en una terraza de A Coruña aprovechando el buen tiempo | Patricia g. fraga

Estarían orgullosas las abuelas de antes, y también la gran mayoría de las de ahora, por ver cómo su legado e influencia permanecen y sobreviven a cuantas corrientes inundan una cocina cada vez más globalizada. Por mucho que se empeñen los influencers, programas de televisión e instagramers del postureo, Galicia en general y A Coruña en particular son territorios hostiles para las raciones ridículas en tamaño y para los platos cuanto menos poco saciantes. Y esa es precisamente una de las grandes sorpresas, y también de los grandes reclamos, con los que juega la hostelería respecto a los turistas que llegan por primera vez. 


Ni siquiera los empresarios de un sector acostumbrado a alzar la voz por el alza de precio, la energía o la falta de mano de obra se atreve a cuestionar ni por un segundo algo tan sagrado como la abundancia. Nadie se atrevería a servir una pota de caldo en deconstrucción, un lacón con grelos que no rebose o una ración de raxo en la que se atisbe el fondo sin dar el primer mordisco. Para recortar o racanear hay otros matices. “Se sirve mucha cantidad y se come mucha cantidad. Es cierto que con la subida de la cesta de la compra o se ajustan los precios o las raciones, pero la cantidad es nuestra seña de identidad”, reconoce Héctor Cañete, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña. 


Tradición 

Si se hiciese un estudio de campo entre coruñeses de todas las edades acerca de qué lugar relacionan con la abundancia seguramente muchos de ellos apuntarían hacia el Rogelio, antiguamente situado en la plaza de las Atochas y ahora en la plaza de España. Juan González, su propietario, tiene por costumbre ‘armar’ sus productos hasta los dientes y, generalmente, recibir de vuelta platos vacíos. “Por desgracia, alguno con las últimas modas se parece a los de fuera, pero es la gente que viene A Coruña la que se sorprende para bien cuando ve las raciones que aquí se sirven”, dice orgulloso. “Damos muchos menús a gente de clase obrera y lo primero que piden es la cantidad, es un valor añadido al sabor y el día que eso falle todos perderemos”, agrega. 


Justo enfrente del Rogelio, en el nuevo Dinos, Juan Rodríguez cree en un menú del día asequible, pero no rácano. “Por tradición y lo que somos tenemos que servir cantidades abundantes, no rácanas”, advierte. “No se puede competir con los buffets de ahora, pero en A Coruña o das cantidad y abundancia o estás jodido”, prosigue. 


Jeff, un americano de la costa Este radicado en A Coruña desde hace cinco años, ha acostumbrado su estómago hasta el punto de ampliarlo, según él mismo confiesa. Las primeras raciones que probó en la ciudad hizo que los ojos se le pusieran como platos, como los platos de comida que tenía que ‘atacar’ como si de la Guerra de Secesión se tratara. “Ahora me doy cuenta por qué la gente es tan feliz viviendo aquí, es calidad de vida y algo que no se puede perder”, agrega. Algo parecido le sucede a Matt, un danés que da sus primeros pasos en la ciudad y que mira a la economía. “Alguien tiene que estar perdiendo pasta en este negocio. Es ridículamente barato”, bromea. Y es que la sombra de las abuelas y su “come, neniño, come” es todavía muy alargada. 

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