Un grupo de espeleólogos descubre 80 metros de galería bajo el casco histórico

Un grupo de espeleólogos descubre 80 metros de galería bajo el casco histórico
Betanzos - tunel bajo casco antigüo

Junto al Arco do Cristo, próxima a la muralla medieval, tapada por una puerta, en uno de los extremos de una habitación de un domicilio particular de O Alfolí. Todos los que han vivido en la casa conocen esta “entrada secreta” y, durante décadas, cualquier estancia en el inmueble, puntual o prolongada, llevaba consigo el sobrenombre de “Os da Mina”. Es uno de los accesos a la ciudad subterránea, el paso misterioso que acaban de atravesar tres betanceiros y un coruñés, y con el que, casi sin querer, han devuelto a la primera línea informativa O Azougue de Betanzos. ¿Una mina tal y como apunta algún boletín publicado por la Real Academia Galega?. ¿Dónde están las otras bocas?. En el siglo pasado, en el tema se interesaron desde Vales Villamarín a Bouza Brey, y la hipótesis más extendida apunta a la minería y, en concreto, a una serie de prospecciones autorizadas por Carlos III.

El grupo, profesionales y aficionados del Espeleo Club de Descenso de Cañones (EC/DC) y del Dédalo de Brig de Betanzos, ha vuelto, una década después de su última exploración, a bajar a la galería subterránea de O Alfolí.

Los expertos manejan serios indicios de que no es el único túnel que discurre bajo la ciudad

 

Situación > La expedición, acompañada por un equipo de la TVG, ha llamado la atención sobre los derrumbes producidos durante este tiempo, visibles en los tres ramales de la galería. El más importante, a sólo dos metros de la entrada, en el punto de confluencia de las tres bifurcaciones. “Si en diez años se han producido estos nuevos derrumbes, es cuestión de pocos años que estas galerías puedan quedar obstruidas por un suceso de mayor envergadura”, advierten desde el EC/DC Galicia.

Pero la de O Alfolí no es la única que esconde Betanzos. Dicen que son varias repartidas por el perímetro de la Ciudad de los Caballeros y que ha llegado del momento de indagar y conocer por qué y cuándo se abrieron. Para qué se usaron, tanto en el momento se su construcción como en etapas posteriores como la Guerra Civil, y cómo puede influir su existencia la historia de As Mariñas.

En este sentido, a quienes no acaba de convencer la hipótesis de la mina de mercurio, se inclinan por los usos religiosos, vinculados a la iglesia de Santa María do Azougue a la que, curiosamente, conducirían todas las galerías.

La galería de O Alfolí tiene tres ramales, pero sólo el principal es transitable. Con una longitud aproximada de ochenta metros, finaliza en roca madre. A lo largo del pasadizo se ven cuatro espacios, a modo de puertas, que han sido tapiadas con piedra, todas en dirección Norte. Así, uno de los primeros objetivos de los espeleólogos sería saber qué hay detrás de ellos, pero para ello necesitan implicación y, sobre todo, autorización institucional, en tanto, al tratarse de subsuelo, su perforación es competencia del Estado.

Los betanceiros, para los que la “ciudad subterránea” forma parte de su historia, comparten multitud de leyendas sobre las galerías e insisten en que a la mayoría se accede desde las propias casas. También dicen que en algún tiempo se oían voces.

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