Sanclemente destapa la pota y de su novela salen a escena personajes capaces de desvelar los hilos que mueven los medios de comunicación actuales. Tras la muerte de una gran pluma.

¿Cuál es el origen de la trama?

Yo no soy periodista ni escritor. Soy economista y he trabajado en medios de comunicación desde la gestión. Mi intención era la de contar al mundo lo que estaba pasando en este sector y por qué es tan necesaria la información. Si bien primero pensé en un ensayo, después me vino a la cabeza una novela policíaca, lo que me permitió colocar a un poli, que ignora cómo funcionan los medios pero que descubre este mundo por la muerte de un periodista. Esto me dio pie a escribir sobre un periódico mortecino y la irrupción de los medios digitales, que lo destapan todo, y de cómo hay que ir con cuidado porque dejamos en ellos nuestra intimidad.

 “ocurrió que algunas cosas que salían en mi libro pasaron poco después. se fue pegando la realidad a la ficción”

¿Pinta muy negro el panorama de la prensa?

No, el libro tiene un brillo de esperanza en base a gente que seguís amando vuestra profesión.

¿Cuándo la escribió?

La escribí entre Barcelona y Nueva York desde mayo de 2011 hasta enero de este año y ocurrió que algunas de las cosas ficticias que salían en mi libro pasaron poco tiempo después como el cierre de “Público” o la muerte del periodista de las escuchas de Murdoch. Yo lo “maté” un mes y medio antes y al final, se fue pegando la realidad a la ficción.

Parece jugar a ser pitoniso en la novela. Supongo que la experiencia en el sector le sirvió para mucho.

Tenía cierta información que no sé si la utilicé o no pero he procurado que los personajes tengan la cabeza de uno y las piernas de otro para que nadie diga: “Pero si este es fulanito o menganito”. He tenido la suerte de conocer a gente como Polanco, Asensio o De Salas. Ahora los medios están más regidos por financieros cuando antes el editor era una figura que arriesgaba.

¿Cree que ya no se arriesga?

Cada vez hay más intereses y el virus peor del periodismo en la actualidad es la autocensura, porque estás dentro de una casa y sabes las relaciones empresariales que hay y piensas que lo mejor es no tocar ciertos temas por miedo, por si en la próxima regulación de empleo te va a tocar a ti. Y si al principio de la democracia el mal era la censura, ahora el daño viene de la autocensura, además de que el ciudadano cada vez es más consciente de que igual la información no es la mejor. Afortunadamente sigue habiendo gente que se la juega.

¿Qué futuro tiene el papel?

No tiene sentido que se publique al día siguiente lo que ya sabemos. Los periódicos se deben amoldar e indagar por qué pasan esas cosas. Tienen que quitarnos el grano de la paja porque ahora los periodistas surfean sobre Bruselas y Rajoy pero es necesario que investiguen a fondo. n