La media de edad de los socios del Club de Cannabum de A Coruña es de 37 años. Cuenta Iván que no logran dar respuesta a toda la demanda que genera esta hierba en la ciudad y que se ven obligados a decir que no. Llevan casi un año en el barrio de Los Rosales, después de que la Xunta aceptara los estatutos y la Fiscalía corroborara su legalidad.
Desde allí ven como cada vez más se necesita adaptar la normativa a una parte de la sociedad que opta por este ideal de consumo y que, según el coordinador Iván, no tiene porque acarrear problemas de salud si se siguen las pautas correctas.
En A Coruña no son los únicos que la dispensan para el autoconsumo. Existen al menos otras cuatro que, como ellos, piden una regulación que evite el lucro en la actividad que realizan. Iván cree que es importante separar el afán comercial de un uso que, en muchas ocasiones, va asociada a fines terapéuticos. Y es que la IACM (International Asociation Cannabis Medicine) asegura una mejora en los pacientes que están recibiendo tratamientos que provocan vómitos. Fumar cannabis elimina las náuseas y les genera apetito, uno de los efectos más comunes de la quimioterapia.
También hace paliar los síntomas de los anoréxicos y los que tienen Síndrome de Tourette y otras enfermedades del movimiento, dolor o glaucoma, incluso para los que sufren alzheimer, y males autoinmunes. Debido a que hay pocos médicos que se atreven a opinar públicamente sobre el tema ya que se pueden quedar sin permiso, los pacientes terminan acudiendo a los clubes para acabar con sus molestias.
En Cannabum, cuenta Iván que tienen las puertas abiertas. Son socios preferentes, que deben presentarse con un documentos que acredite el mal que sufren: “Muchos no tienen esperanza de vida y esto les lleva a pasar sus últimos días con una mejor calidad”. Siempre con una utilización responsable. Eso es lo primero que advierten a los que ponen un pie por primera vez en la entidad: “Les explicamos las consecuencias de abusar de la marihuana”.
Tampoco se les permite la entrada a los que tienen más de 21 años y además de suministrar la planta, la entidad organiza charlas y reuniones y promueve acciones como un programa de you tube “Sal del armario” ya que son muchos los incomprendidos. Asimismo, le dan cobijo a encuentros de la federación gallega, que está a punto de constituirse. Doce entidades formarán parte de ella. La idea es buscar apoyos a nivel local en el Ayuntamiento y de ahí, llegar al parlamento gallego. Con una norma común a nivel nacional, los clubes se alejarán de la comercialización pura y dura de la sustancia.
El socio explica que desde la Federación Española de Cánnabis respaldan la idea de que estos colectivos sean gestionados por personas a las que se les pueda asignar un sueldo, que respondería a un mínimo con el que poder vivir. En concreto, los beneficios que sacan en Cannabum se destinan a mantener el local abierto y asegurar la actividad. El excedente lo reparten entre entidades benéficas. Uruguay o la vecina Holanda pueden dar pistas, según el activista, de por donde ir a la hora de dar pasos seguros.