Fue una situación tan rocambolesca que incluso a los agentes municipales, que aseguran estar de vuelta de todo, les resultó bastante difícil de creer y que sirvió para demostrar sin lugar a dudas que el crimen no siempre paga. El 092 detuvo ayer a un traficante de droga a pequeña escala que había recibido una paliza de un cliente que le debía dinero. Al parecer, al sospechoso no se le había ocurrido una idea mejor para obligarle a pagar que hacer pintadas por toda la ciudad acusándole de moroso y, al verlas, su cliente se enfureció y el agredió. La Policía Local acudió ante la alerta de una pelea y acabó descubriendo el alijo de cocaína que guardaba en su motocicleta y deteniendo al sujeto, un hombre de 29 años, por un delito contra la salud pública.
Todo comenzó pasadas las cinco de la tarde del miércoles. A esa hora, la sala del 092 recibió una llamada que advertía de que estaba teniendo lugar una pelea en una tienda de la avenida de Peruleiro, así que enviaron una patrulla al lugar indicado. Los agentes intercambiaron algunas palabras con el dueño del local que les informó que, efectivamente, había habido una pelea y que uno de los contendientes, que uno de ellos se había marchado en ciclomotor y que el otro todavía se encontraba allí.
Los policías se dirigieron entonces al sujeto que no parecía tener ni un moratón, y le preguntaron qué era lo que había pasado. Él no solo reconoció que había participado en la pelea, sino que les explicó cuál había sido el motivo: había agredido al sujeto porque iba aireando por ahí que le debía dinero porque no le había pagado la cocaína. Aquello hizo que los policías intercambiaran una mirada.
el rostro del deudor
Pero la siguiente revelación fue aún más insólita. El agresor explicó que el medio que la víctima había empleado para ponerle en evidencia fue recorrer las calles poniendo pintadas en las que lo tachaba de moroso. En palabras del sujeto, “ha puesto mi cara por todas partes”. Los agentes, todavía incrédulos, pidieron al hombre que les indicara un lugar en concreto, y enviaron a la dirección a otro coche patrulla que, efectivamente, descubrió la pintada infamante. Según parece, se trataba de una xerigrafía, lo que quiere decir que le camello se había molestado en hacer una plantilla de la cara del mal pagador y la imprimía en las paredes con pintora en aerosol.
Los agentes todavía estaban tratando de encajar aquello con la seriedad que se espera de la autoridad cuando se acercó caminando el camello en cuestión. Fue fácil determinar su identidad porque su cara cubierta de sangre señalaba a las claras que había sido el bando perdedor en una pelea, así que cuando le abordaron los agentes, lo reconoció. Sin embargo, se negó a presentar ninguna denuncia y parecía tener prisa por marcharse.
Los agentes no tenían ninguna prueba que le permitiera retenerlo pero recordaron que el dueño del local les había dicho que el sujeto tenía un ciclomotor, y había venido a pie, así que le preguntaron por su vehículo. Él negó que lo tuviera aquí en ese momento pero resulta que llevaba las llaves encima. A esas alturas, el sospechoso debió darse cuenta de que aquel no era su día, así que se negó a colaborar.
Aquello no hizo más que reforzar la impresión de losa gentes locales de que encontrar el ciclomotor era importante, así que dieron una vuelta por los alrededores en compañía del sospechoso, y encontraron un vehículo aparcada en una calle cercana. El golpe final vino cuando inspeccionar debajo del asiento y descubrieron una báscula y una bolsa con un polvo blanquecino en su interior, que era evidentemente la cocaína.
Tras detenerle, fue trasladado por al Hospital para curarle las lesiones. Los policías le vigilaron n todo momento: no solo por estar acusado de traficar con drogas, sino por hacer pintadas: cada una es una infracción leve que le puede salir por 60 euros.