Además de médico humanista, Fausto Galdo era una gran amante de la gastronomía. Se fue cuando solo faltaba ponerle tapas al libro, pero “Abecedario das mantenzas” es, sin duda, el mejor legado que pudo dejar a sus lectores. Los que le paraban por la calle para preguntarle por alguno de sus artículos en El Ideal Gallego y los que descubrían una especialidad cada semana, un pescado que llevar a la sartén salteado siempre con cultura viva del país.
Es por eso que su “a, b, c” de la cocina respira del recetario popular de un pueblo que cuenta con la mejor materia prima. Fermenta entre los lugares más recónditos y termina siempre en Viveiro con un bonito preparado en rollo. Contaba su hijo Faxildo que toda excursión que el médico programaba tenía como destino final un restaurante mágico o un sitio donde preparaban alguna receta exclusiva.
Y aunque entre los fogones apenas se manejaba, explicaba, había dos especialidades que dominaba a la perfección: los guisantes con jamón y el bacalao al horno con mayonesa. Fuera de estos platos, el experto disfrutaba sentado en la mesa porque todo sucedía allí. Para él, era el acontecimiento social más importante. Y de ella escribió los mejores diagnósticos.
El lector los puede ver hoy recopilados en un volumen editado por Xerais, que aliña los pescados, las carnes y las verduras junto a las personas que le pusieron perejil a la gastronomía gallega. De esta forma, el abadejo comparte espacio con Alfonso X “El Sabio”, que ya por entonces colaba ingredientes para darle sustancia a sus cantigas. Se va hasta el término “marrucho”, que es como llaman a la filloa en Val Miñor, o se detiene ante las ostras, su gran debilidad. El autor saca referencias bibliográficas de decenas de especialistas culinarios que tenía en su cabeza y guardaba con cariño en su biblioteca particular. De Álvaro Cunqueiro, Julio Camba y Manuel María Puga y Parga se nutre el diccionario con un toque especial de la casa. El que sale de sus experiencias como comensal y un exquisito paladar.
La presentación del volumen tuvo lugar en la sede de la Real Academia Galega en un acto en el que intervinieron Faxildo Galdo, hijo del autor; Manuel Bragado, director general de Edicións Xerais; Xosé Ramón Barreiro, prologuista del libro, y el crítico culinario coruñés Cristino Álvarez. Además, el acto se cerró con la proyección de un corto realizado por el bibliotecario del Chuac, Carlos Guitián, en homenaje a Fausto Galdo.