El próximo domingo se inaugurará un monumento en la Coraza en recuerdo a los policías nacionales muertos hace un año en la tragedia del Orzán. Un acto al que acudirán algunos de los que estuvieron presentes en aquella jornada y en los días que la siguieron: la jefa de Protección Civil, María José Rodríguez; el jefe de Bomberos, Carlos García Touriñán, y tres agentes de la Policía Local: José Ángel Villar, Iván Ramos y Alejandro Rodríguez, que se encuentran entre los que lucharon contra las olas arriesgando la vida para tratar de rescatar al estudiante eslovaco y a los tres policía nacionales que habían tentado la suerte antes que ellos.
A ninguno le hace falta un monumento para recordar lo que pasó. Cada vez que patrullan por el Paseo Marítimo con mal tiempo lo reviven, aunque hayan logrando distanciarse algo de los recuerdos. Para Rodríguez, por ejemplo, todo está todavía muy reciente. “Dos semanas, tres semanas no te las quita nadie de pasarlo mal, de recordarlo. Sobre todo, pensar que podrías haber hecho más”, confiesa Ramos y Villar añade que “se va superando, pero no se te olvida y te digo más: este año solo me metí dos veces en el agua” .
Eran las cinco de la madrugada cuando recibieron la llamada, y bajaron a la playa en medio del temporal. Al principio creían que solo era un civil al que había que rescatar. Había mucha confusión. “Lo que me marcó mucho es el sonido del helicóptero. Cada vez que lo oigo, me viene todo. Que estuviera tan cerca volando y no pudiera hacer nada... Hubo un momento en el que se vio reflejado en el agua la insignia de Policía, pero lo ves y no lo ves”, explica Ramos. Mucho antes ya estaban todos en la arena, en la misma playa en la que se agrupaban casi 40 personas. “Es una zona donde vienen olas de dos lados y te arrastran. Tuvimos que clavar los pies y el equipo nos lastraba”, describe Rodríguez. Sobrevivieron de milagro, como todos los que estuvieron allí, pero no se consideran especialmente valientes. Simplemente, “no éramos conscientes”.
Tras ellos llegaron los equipos de rescate. “Me trae muchos recuerdos -evoca la jefa de Protección Civil–. La tensión de estar allí con la familia, y la desesperación al ver que no aparecían”. Ella llegó a la seis y media, cuando aún cabía la esperanza de hallar alguien con vida: “Luego hubo que montar un sistema de turnos de mañana tarde y noche. Trabajaron los voluntarios, pero toda A Coruña estaba ese día mirando el mar”. Touriñán recuerda el esfuerzo: “Aguantábamos con la adrenalina y el café, había una connotación especial que no hubo en otras emergencias”. Y los buzos apuraban sus bombonas hasta el límite. “Hubo muchísimo compromiso”, destaca.