El tórrido verano que está viviendo en A Coruña transcurre lentamente en el poblado de A Pasaxe. La comunidad formada por varias docenas de familias (de origen gallego o portugués) se mantiene a la espera de novedades, a la sombra de sus infraviviendas rodeadas de basura, si noticias de que el Ayuntamiento haya puesto en marcha el Plan de Acceso al Hábitat Digno. Llevan más de dos meses aguardando, dado que dicho plan se aprobó el 18 de junio. “Por el momento, no se ha hecho nada, aunque los trabajadores sociales vienen de vez en cuando”, aseguran fuentes del poblado.
Hay que tener en cuenta que el plan municipal no consiste en un simple realojo (que fue lo que llevó a cabo el bipartito durante el Plan Especial de Penamoa, y que suscitó fuertes críticas del actual Gobierno local) sino una estrategia transversal que implica a varias concejalías y en la que se trabajará con cada familia en aspectos como la inserción laboral, de salud, de género o de educación, dado que hay muchos menores en el poblado.
Sin embargo, tampoco hay confirmación desde el Ayuntamiento de que se haya puesto en marcha ninguna medida. Por un lado, no es el primer retraso que sufre el plan. La presentación del documento, que realizó la ONG Arquitectura sin Fronteras, debía realizarse en un primer momento en septiembre del año pasado y no se materializó hasta principios del vigente. Por otro lado, fuentes del poblado apuntaban a que sería muy negativo que no se reubicara a nadie antes de que acabara el verano, puesto que los asistentes sociales y la propia Arquitectura sin Fronteras llevan mucho tiempo trabajando para los chabolistas, y preparándolos para una integración completa. Y el verano transcurre sin que nadie haya abandonado el poblado.
ruinas
Además, está la cuestión de la nave de la Conservera Celta: la antigua nave de la Toja, de la que apenas se conserva la estructura. La ruina es propiedad de la inmobiliaria Altramud y sobre ella pesa una orden judicial para su derribo y hace responsable al Gobierno local de desalojar a los que viven en chabolas apoyadas contra sus pilares. En un principio fueron trece las familias de etnia gitana que habían recibido la orden de desalojo, pero muchos han abandonado las chabolas por su propia iniciativa y las precarias estructuras han quedado reducidas a escombros, de manera que solo tres de las infraviviendas están habitadas.
La orden judicial no incluye una fecha, pero el Ayuntamiento consideraba que reubicar a estas familias era prioritario, de manea que pensaban empezar por estos núcleos familiares. Pero a día de hoy, ninguno tiene noticia de ningún cambio. “Esperamos que sea en septiembre cuando empiece todo, y que esto sea el parón de agosto”, señala una de las afectadas, Adelaida dos Santos, que lleva cerca de treinta años viviendo allí.