Hay que remontarse al siglo XV para hallar vestigios de un Hospital Militar en La Coruña. Pese a su nombre, no era exclusivo de gente de guerra, se atendía las personas de la ciudad y en tránsito. La tropa, por su parte, era atendida en el hospital anexo a la Colegiata de Santa María, conocido como Hospital de Guerra.
En el siglo XVI, las fuerzas militares recibían atención en el Hospital del Buen Suceso, que ocupaba parte de los terrenos del actual, teniendo asimismo el Ramo de la Guerra a su servicio en diversas épocas el Hospital de San Andrés, del Gremio de Mareantes.
Un Hospital Castrense no aparece hasta 1608-1612, por iniciativa del entonces capitán general del Reino, don Diego das Mariñas y su sucesor, don Luis de Luján, quienes edifican el primer hospital en el Campo del Espíritu Santo, entre la ermita de dicho nombre, el Hospital Real y la ermita del Buen Suceso.
Antes del siglo XV la atención a los soldados -hasta el XVI no hubo un Ejército de España- se hacía en asilos y enfermerías militares fundadas por las Órdenes de Caballería, que no eran auténticos hospitales militares, sino lugares de asistencia de campo, a la forma y uso que se había establecido bajo la protección de la Reina Isabel de Castilla en el cerco de Toro en 1476 y los fundados por los Reyes Católicos para la conquista de Granada. Para curar a los heridos se enviaban seis tiendas de campaña equipadas de camas y personal con cargo a la Corona y se conocían como “Hospitales de la Reina”.
hospital real
En 1658 cuando la Fortaleza de la Pólvora revienta, el Hospital Real se viene a bajo, vistiendo la ciudad de luto por las bajas causadas, quedando en ruinas el propio baluarte, las murallas de ese sector, la iglesia y convento de San Francisco, así como diversas casas de la Ciudad Alta. El Hospital del Buen Suceso se salvó de la catástrofe. Una vez restaurado el Hospital Real, este entra en funcionamiento a finales del siglo XVII, siendo ampliado en 1725, obra de Francisco de Montaigú.
Estará en funcionando hasta bien entrado el siglo XIX, cuando debido a su ruinoso estado y su pequeña capacidad se precisa construir uno mayor. En 1845 se hace un ambicioso proyecto que por falta de fondos no se podrá acometer hasta el 1 de enero de 1857. Las obras se harán con mucha lentitud al tener que demoler la antigua edificación del Hospital Real, el Cuerpo de Guardia y el Almacén de la Pólvora, cuyos solares habían de ocupar el nuevo Hospital Militar.
Según la memoria del teniente coronel de Ingenieros Joaquín Montenegro, el terreno acotado formaba un cuadrado de 173,5 píes de largo, representando el edificio en tres cuerpos en los frentes de Mediodía, Levante y Poniente. Otro en el lado principal situado al Norte, por el declive del terreno adosa a Levante una rotonda en semicírculo. En 1925 esta rotonda quedará destruida por un voraz incendio la cual se reconstruye.
Mediante la ley de 1859 se concede un crédito para obras militares, siendo preciso localizar alojamiento para los enfermos y convalecientes que había en el Hospital Real y del Buen Suceso, los cuales son remitidos a la casa de Francisco de Pola en la calle del Socorro. Junto al Hospital Militar en construcción existía de antiguo la capilla y Hospital del Buen Suceso, propiedad a esta época de la Beneficencia Municipal, cuya adquisición había aprobado el Ramo de la Guerra. El 29 de julio de 1860 se amplía el solar del nuevo hospital, el terreno del Buen Suceso se dedica a jardín para recreo de los enfermos, se restaura la capilla y se dedica la fachada de un pequeño campanario a la advocación de Nuestra Señora de la Salud, que figuraba en el Altar Mayor y la Virgen de las Angustias en su frontón principal. Una vez finalizadas las obras en 1861 se acomodan en él a los enfermos de la guarnición.
incendio y reformas
En 1937 se hacen algunas reformas. Las más beneficiosas tienen lugar tras el nuevo incendio de 1946: varios de los enfermos se percatan del fuego que se inicia en las primeras horas del día 13 de febrero, producido por un corto circuito entre el cielo raso y el tejado de madera, lo que pronto se convertiría en un infierno en llamas. En esos momentos había alojados unos 150 pacientes, que fueron evacuados al Hospital del Montiño y a la Agrupación de Sanidad en el Campo de la Estrada. Ese mismo año es destinado director del Hospital Militar José María Gómez Ulla, pasando entonces al Montiño como médico cirujano.
En 1971 como coronel médico es nombrado director general del hospital coruñés y solicita apoyo de su buen amigo y ministro del Ejército, Castañón de Mena. Procede a la modernización de las instalaciones, llegando de este modo a ser uno de los más modernos de España en su género. Este hospital pasa el 28 de mayo de 1996 a depender del Sergas, tras la firma de acuerdo entre el Ministerio de Defensa y Consellería de Sanidad de la Xunta de Galicia que firman en Madrid el convenio previo a la escritura de compraventa. En la actualidad sirve de auxiliar al saturado Hospital Universitario de La Coruña. Su extensión abarca 8.286 metros cuadrados.
Cerrado desde el 1 de septiembre de 1995, recobró su actividad el 29 de mayo de 1996, tras lo que la Orden de los Caballeros de María Pita propuso se denominase “Hospital del Espíritu Santo”. La sugerencia no tuvo éxito, siendo finalmente rotulado como “Hospital de Abente y Lago” en honor del que fuese su director general durante la repatriación de los heridos en la Campaña de Cuba, Ezequiel Abente y Lago, natural de Corcubión. Se inauguró como tal el 19 de abril del 2001.