Tras su paso por Urgencias y su contacto con potenciales donantes, el doctor Antón Fernández se introdujo de lleno en el área de trasplantes del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) en 2005. Dos años después asumió la coordinación de la Oficina de Trasplantes.
El hospital alcanzó los 5.000 trasplantes en febrero. ¿En qué cifras se mueve ahora?
Desde febrero llevamos setenta y tantos. El hospital hace unos 20 al mes, uno cada 36 horas.
Sin embargo, comentaba hace días que bajan los donantes...
No es tanto que hayan disminuido los donantes, sino que no han aumentado tanto como en otras comunidades porque la población está más envejecida y eso va en contra de la donación.
¿La caída se vincula a la reducción de accidentes de tráfico?
Eso es muy importante, los accidentes han caído en picado. En este momento solo suponen el 5% de las donaciones cuando en el año 95 eran más del 40%. Es una caída muy importante y ha hecho que el perfil del donante no sea el mismo.
¿Todavía existes reticencias en las familias?
Sí, más que en la media nacional. La horquilla de negativas en España está en un 15-17% cada año y nosotros estamos diez puntos por encima. Evidentemente influye la cultura funeraria y también que las decisiones de la donación dependen de gente mayor. Hay otro factor importante que es el de ruralidad: hay muchas diferencias entre las donaciones en el entorno urbano y el rural. En A Coruña el porcentaje de negativas es inferior al 10%.
¿Detectan casos de donantes que son totalmente inválidos?
En España hay un porcentaje del 10% en los que aparece un tumor o cuyos órganos no son válidos. Se llaman donantes blancos y nosotros tenemos un porcentaje algo menor. Pero, por ejemplo, si se detecta un tumor en un órgano no se utiliza ninguno porque existe riesgo de transmisión.
Para contrarrestar estos cambios, ¿se está potenciando el trasplante entre vivos?
Cada vez hacemos más. Empezamos en el 2004 con el programa otra vez y el año pasado fue el año que más hicimos con 30. Esto supone que uno de cada cuatro trasplantes renales que se hacen en el hospital es de donante vivo. Son porcentajes que solamente tienen algunos países del norte de Europa. Esta circunstancia es una gran ventaja porque son los que mejor resultado tienen en cuanto a la supervivencia del riñón y, por otro lado, permiten trasplantar a gente más joven.
¿El complejo tiene una gran lista de espera?
Nosotros nunca tenemos órganos para todas las personas que los necesitan. Llevamos seis años consecutivos reduciendo la lista de espera renal, que es la más numerosa. A ello ha ayudado mucho el trasplante entre vivos. En el resto de los órganos no es tan importante la lista, sino que la mortalidad es baja e inferior a la media.
¿Por qué el trasplante renal es el que más se ha practicado?
Primero porque es un órgano doble y de un donante se hacen dos trasplantes. La lista de espera es la más grande porque la enfermedad renal es la más frecuente de todas las enfermedades que llevan al trasplante. Además, los pacientes tienen una opción que es la diálisis, con lo cual el fallecimiento dentro de este grupo de pacientes es menor. Por último, los riñones se pueden utilizar de donantes hasta más edad.
¿Con la experiencia acumulada en 34 años, se plantean incorporar otros trasplantes?
El único que no se hace aquí es el intestinal y no nos lo planteamos ni creemos que sea necesario. Se hacen poquísimos al año y tienen que estar centralizados.
¿El de A Coruña es uno de los hospitales del país que más trasplantes ha realizado?
Somos el quinto hospital en España que alcanza los 5.000. Teniendo en cuenta que el resto son de ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, no está mal.
¿Cómo ha sido la evolución?
El primer trasplante fue el renal en el 81, porque se dio la circunstancia de que era una necesidad y llegaron las personas necesarias para hacerlo. Llegaron los doctores González Martín y Buitrón y pusieron en marcha el programa. Hicieron los dos primeros entre vivos y ese mismo año se implantó el trasplante de cadáver. El de vivos se abandonó porque, al existir el de cadáveres, se pensó que habría riñones para toda la gente de la lista de espera. En el 91 los doctores Juffe y Prada empezaron con el trasplante cardíaco; en el año 94 Gómez Gutiérrez lo hizo con el hepático, y en el 99 se dedicó también al de páncreas y, ese mismo año, el doctor Borro inició los trasplantes de pulmón.