Antes del invierno, el proyecto “Mi casita”, un núcleo de 20 viviendas prefabricadas para los sin techo que se niegan a acatar cualquier regla o disciplina, será una realidad. Así lo anunció el promotor del proyecto, el presidente del Hogar de Sor Eusebia, José Vicente Martínez Rico, en un emocionado discurso en el salón de actos de Afundación: “Después del verano esperamos comenzar las obras para evitarles un nuevo invierno más de frío, lluvia y sufrimiento”. En la sala había cerca de cien personas, algunas en riesgo de exclusión social, que aplaudieron sus palabras.
La institución había organizado, a través de la Escuela de Arquitectura, un concurso para escoger el mejor proyecto, que debía consistir en una serie de habitáculos prefabricados con las comodidades básicas (un armario, una cama, una mesa, un retrete) además de un comedor comunitario. De entre los 25 que se presentaron, el primer premio se lo llevó la propuesta titulada “A través del hogar”, firmada por los arquitectos Ana María Cabo, Rosalidia Álvarez y Ángel Romo y la estudiante de arquitectura Cristina Vilare. Ellos redactarán el proyecto básico y la ejecución. Para que el proyecto se lleve a cabo, Rico pidió públicamente al Ayuntamiento, representado en el acto por la concejala de Igualdade, Rocío Fraga, que acelere los plazos para la cesión del terreno y la obtención de la correspondiente licencia urbanística.
financiación
Determinado el proyecto, falta conseguir la financiación. Rico reconoció durante su discurso que al comienzo de la iniciativa había explicado a las autoridades que no quería dinero, solo que allanaran los trabas burocráticos, pero que ahora rectificaba. “También tengo que pedir apoyo económico”. Más tarde, el presidente del Hogar de Sor Eusebia comentó que espera que los fondos públicos subvencionen la construcción del habitáculo comunitario, mientras que las habitaciones privadas serán subvencionadas por instituciones, particulares o empresas, a las que pondrán su nombre.
Durante el acto, además, se proyectó un breve docudrama en el que prestaron testimonio algunos beneficiarios, muchos de ellos con problemas de adicción al alcohol o a las drogas. En la desgarradora cinta se podía ver cómo pasan el día fumando en la calle, durmiendo en soportales, comiendo en la Cocina Económica, leyendo el periódico en bibliotecas públicas y sosteniéndose solo con pensiones sociales no contributivas de 400 euros. Muchos de ellos no están más que algunos meses al año en instituciones sociales por considerar sus normas demasiado opresivas. Un problema que “Mi casita” ayudará a paliar.