En el planeta que describe el coruñés Luis J. Pérez en su nuevo libro “Sin alternativa”, las altas esferas viven en la superficie. Las demás se distribuyen entre los diez niveles que tiene el subsuelo y el cielo está siempre encapotado. Cubierto por una capa de cristalita, que es el único remedio para subsistir.
El autor pinta al mundo sin ozono, después de que la explosión de la estrella Eta Carinae en el siglo XXIII provocase fuegos artificiales de rayos gamma y matase a una parte importante de la población. Para colocar a la estrella en el mapa, “con una masa 120 veces más grande que el sol”, el autor se documentó en la página web de la NASA y en revistas científicas. Comprobó que el fenómeno se había dado en multitud de ocasiones en constelaciones lejanas. Sin embargo, él quiso apuntar a otra dirección. Los efectos son devastadores. Tanto que en la misma portada, todo se relativiza.
Y es que la Tierra aparece pequeñita. Detrás está el sol y, en definitiva, el esquema da pistas de por dónde van los tiros en el futuro: “El sol aumenta mucho la temperatura y esto obliga a los humanos a moverse”. ¿Quiénes son los encargados de tomar la decisión de hacer las maletas? Los robots, que toman mucho protagonismo en la publicación, “porque están ahí”, asegura Luis. A los de dentro de tres siglos, el coruñés afincado en Madrid desde hace 12 años, los describe como dependientes de los hombres, sobre todo, de sus emociones. En una hábitat donde gracias a la cristalita se puede vivir con comodidad.
En concreto, la historia que bebe de la ciencia ficción se sitúa en una ciudad llamada Pisburg, la más avanzada del planeta, y en un momento en el que el Capitán Med envía a sus mejores agentes, John y Ethan, a buscar más material al almacén para ampliar el puerto espacial.
Por otro lado, está Elisabeth, que es barrendera y medidadora entre las personas y los que funcionan a golpe de mecanos. En su puesta en escena, los hombres no usan solo el lenguaje verbal. Basándose en el devenir de la actualidad, el escritor se inventa una especie de teléfonos móviles que se adosan a cada sujeto y que son capaces de enviar misivas aún más emotivas que las propias palabras: “Sin necesidad de utilizar el lenguaje hablado”.
Luis espera que sus pronósticos no se cumplan porque “el hecho de que explote una Supernova es un riesgo”. Muchos se quedarían por el camino y las radiaciones solares y cósmicas no tendrían cortina por el medio. Pasarían directamente a una bola sin cristalita porque la solución es otro elemento de ficción más que sumar a un libro difícil de penetrar. La comunidad lectora se muestra escéptica a la hora de imaginarse el mundo con unos siglos más encima. Luis comenta que la ciencia ficción está cada vez más presente en foros y blogs especializados en el género, pero que aún así es complicado.
En este sentido, el novelista lanza una reflexión: “¿Y si vivimos en la época dorada de la humanidad?” Para añadir que el propio título hace referencia a algo tan evidente que no hay salida en el túnel si no se busca entre todos. Opciones que no responden al lema de “pan para hoy, hambre para mañana” sino que se piensan a largo plazo.
Para Luis, la principal epidemia del siglo XXI es precisamente, eso, querer atajar los problemas con alternativas fáciles, que lo único que hacen es agrandar las diferencias: “Tenemos ejemplos como la pobreza infantil en España o la brecha entre ricos y pobres”. Por no irse a lo que parece lejano como el cambio climático”, señala. n