Hay una carta para ti

Hace años, en Antena 3, Isabel Gemio presentaba un programa llamado “Hay una carta para ti”. Isabel hacía de mensajera del amor entre dos personas, la que mandaba la carta y la que la recibía, pobre víctima, y el rato transcurría entre desesperados amantes que querían la atención de su presa o madres buscando a hijos díscolos que habían huido a Brasil haciendo un Antonio Anglés pero sin crímenes abyectos ni inmersiones desde popa hacia el mar. “Hay una carta para ti” era una renovación del género epistolar que manejaban con éxito en el pasado gallardos, calaveras y donjuanes variados pero adaptado en su momento al mundo televisivo de la tarde.


En una vuelta de tuerca inesperada (esos golpes de efecto que siempre le salen bien a nuestro presidente) ha recuperado el género epistolar en modo redes sociales y nos ha mandado una carta a través de “X”. Ciudadano, hay una carta para ti. Sí, tú, ciudadano. Como en la Revolución Francesa. De repente todos llevamos unas agujas de calcetar, unas levitas, unas pelucas sobrias y una escarapela en el tricornio. Ciudadano, tienes una misiva urgente. Convoca a la Asamblea Nacional, que Pedro tiene urgencias, y lo que Pedro necesite, aquí estamos los ciudadanos. 


La tragicomedia de los tiempos actuales es innegable: el Rey Carlos III de Inglaterra se muere pero no se muere, un señor acusa a la reina de España de llevar su pashmina, la princesa Catalina desaparece como en una película de Polanski y nuestro amado presidente nos manda una carta en la que clama su dolor y su indignación por el comportamiento de todos los estamentos de la Asamblea Constituyente, que aquí no hay respeto por nadie y ante semejante ultraje a Josefi…digo a Begoña, (se me solapa la Revolución Francesa con el Consulado y eso que saqué buena nota en la carrera) no le queda otro remedio que no respirar y retirarse a sus aposentos a deshojar la margarita. ¿Dimito o no dimito?, nos pregunta. Y con intensidad proclama amor desmesurado por su esposa, vilipendiada y arrastrada por el fango (por lo visto hay una máquina de fango, será por la sequía) a la que nadie, hagan el favor, parece tomarse en serio. Incluso la denuncian. Infamia, oh, infamia, que dirían en las óperas de Verdi. Hasta el CIS hizo una encuesta para ver el pulso de la ciudadanía: ¿Qué le parece la carta para usted que le ha dejado Pedro en el buzón? ¿Ama usted el amor romántico?


Ante semejante panorama, nuestro amado presidente ha desaparecido también, cosas de la época. No contesta al teléfono ni a sus allegados. Ni a Zapatero. No quiero pensar en el momento en el que conecte el iPhone: mil llamadas perdidas, cientos de Whats, Telegrams, correos, lamentos, súplicas, ruegos. No quisiera estar en su pellejo, pero él mismo se lo ha buscado con ese golpe de efecto a lo Houdini, la bomba de humo, dónde está Pedro, la tinta de calamar, buscando a Nemo, lo ves y no lo ves. El caso es que si lo hace ahora lo puede hacer en cualquier otro momento y dejarnos colgados, Pedro, así no, hombre, que nos tienes en vilo como Hitchcock. En fin, el lunes resolveremos la ecuación y sabremos si en su retiro espiritual en el Monasterio de Yuste virtual ha decidido si se queda o no, como el meme de Piqué.


Por mi parte, todo lo que no sea que salga volando el Falcon por todo el país con una pancarta que rece “BEGOÑA TE QUIERO” será para mí una gran desilusión. 

Hay una carta para ti

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