Aveces creo que en las dependencias de la Dirección General de Tráfico deberían prohibir el morapio en horas de oficina. No se me ocurre otra explicación para tratar de entender las nuevas normas que pretenden incluir en el nuevo Reglamento de la Circulación y que ha sido duramente criticado por el Consejo de Estado, aunque en el Ministerio de Interior, del que depende la DGT, tampoco convence demasiado. Las pegas se deben, principalmente, al hecho de querer poner un límite de velocidad a los peatones.
Sí, ha leído bien: a los peatones. Imagino al lumbrera al que se le ocurrió comentarlo en la típica reunión de equipo: “Tengo una idea. ¿Y si, además de por conducir rápido, multamos también por andar rápido?”. Lo que no entiendo es por qué no le miró nadie raro o le dieron capón, que es lo que pasa cuando uno tiene una idea de bombero, aunque probablemente sea porque el lo propuso es quien manda y, con la que está cayendo fuera, como para no seguirle el rollo.
Aunque parezca salido de una peli de Woody Allen, lo cierto es que el nuevo reglamento pretende realmente multar por ir rápido a pie y hasta incluye controles de alcoholemia. El Consejo de Estado ha recomendado a la DGT que le den una vuelta al proyecto, porque correr será de cobardes pero, al menos de momento, sigue siendo legal y gratis. Y, aunque parece correcto que si un peatón provoca un accidente asuma las consecuencias que marca la ley como cualquier otro implicado, no resulta tan razonable someterle al mismo control de alcoholemia que deben pasar los conductores.
Otros aspectos controvertidos del reglamento son el de bajar el límite para circular en las ciudades y establecer también un control de velocidad para bicicletas, algo muy difícil de llevar a la práctica si tenemos en cuenta que son vehículos que no disponen de cuentakilómetros.
Si recapitulamos, a las multas tradicionales para conductores que podrían parecer pensadas para mejorar la seguridad vial, hay que añadir las novedades exóticas aparecidas últimamente en la prensa: por girar la cabeza al volante y por dar un beso. Lo de fumar mientras se conduce se lo están pensando y, como el proyecto tenga éxito, no se libra uno ni dejando el coche (bien) aparcado. Habrá que cambiar la copla: Caminante, no hay camino, se hace camino al multar.