Más de 200 personas se reunieron a las puertas del antiguo Club Financiero para protestar por una amalgama de motivos que tuvo en la okupación su temática estrella, pero bajo lo que subyacen un descontento y un sentimiento de inseguridad creciente. No fue ni siquiera una victoria o un paso adelante en una batalla que podrán ganar, pero dentro de una guerra en la que tienen las de perder. Seguramente, la lectura más positiva para los convocantes, los asistentes y el movimiento vecinal en general es el vigor, la capacidad de reunión y un sentimiento de unidad que pocas veces habían experimentado con anterioridad.
Podría resumirse la concentración como ‘de aquellos robos, estos logros’. Y es que lo que empezó como el hartazgo de una hostelera del barrio de Elviña debido a los constantes robos, con acuse de recibo a la asociación vecinal del Barrio de las Flores, acabó por ser una demostración de valentía ante quienes hasta poco intimidaban y delinquían en la zona, y también una acto común de fuerza y de pérdida de complejos por muchos ciudadanos anónimos que quisieron compartir y sensibilizar sobre sus casos particulares.
Firmaban la convocatoria inicial las asociaciones vecinales de Elviña, el Barrio de las Flores y Matogrande, el cinturón que envuelve al Club Financiero. Sin embargo, la temática okupa resultó ser la punta de un iceberg de descontento que quedó rubricado, nunca mejor dicho, en las miles de firmas recogidas en las últimas semanas en Elviña, Orzán, Novo Mesoiro, Barrio de las Flores, O Martinete, Matogrande y el Recinto Ferial.
Un despliegue conjunto de la Policía Nacional y la Policía Local cortó la calle al mismo tiempo que los representantes de esos siete barrios desplegaron a las puertas del Club Financiero una mesa y las hojas correspondientes para suscribir la petición de limpieza, seguridad, mantenimiento y silencio nocturno. “Firmad, tenemos que apoyarnos entre todos”, advertía una de las primeras manifestantes en llegar. “¡Ojalá salieran todos, porque así ya no volvían a entrar”, elevaba el tono otra a las puertas del edificio okupado.
Pero lo cierto es que lo ecléctico de las reivindicaciones, lo disperso de la procedencia de los vecinos y lo distinto de caso particular convirtió la primera mitad de la hora de concentración en un intercambio de ideas, anécdotas y casos concretos que pareció unir a los más de 200 presentes en una especie de causa común, por muy diferente que fuera el origen de cada una de ellas. Virtudes Amado reside muy cerca del Club Financiero, y fue una de las más activas. “Vengo por aquí todos los días y vengo para intentar sacar esta porquería de aquí, quiero ayudar”, advierte.
Más cuentas pendientes trae Montserrat Vázquez, de Matogrande, a la que se le juntan la dificultad para conciliar el sueño por el ruido de la hostelería con el sentimiento de inseguridad. Otros incluso se acuerdan de las plazas de aparcamiento.
Mientras llegan representantes de barrios como la plaza de Comercio, Os Mallos o Los Rosales empieza el coro de cánticos. “Queremos solución, a la okupación” u “Okupas no” rompen el hielo, mientras las más jóvenes de toda la concentración se plantan a las puertas del Club Financiero y llevan la voz cantante. Levanta los aplausos el grito de una señora: “¡Abrid, cobardes!”. Quizás sea el mejor reflejo del nuevo sentir y la nueva actitud, que ha dejado de ser vecinal para pasar a ser panavecinal.
A la hora de levantar el campamento varios asistentes se intercambian números de teléfono y sugieren la creación de grupos de whatsapp y de vigilancia a través de las redes sociales. El germen está sembrado. Solamente desluce el adiós un exaltado que reclamó a los policías más agresividad ante los okupas y que incluso se encaró con varios vecinos que intentaban pacificarlo.
ASÍ LO VIERON LAS ASOCIACIONES CONVOCANTES
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Caluxa BarrientosASOCIOACION BARRIO DE LAS FLORES
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Leandro GarcíaASOCIACIÓN VECINAL ELVIÑA
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Esteban VelascoMATOGRANDE
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Amar BasicASOCIACIÓN VECINAL MONTE MARTELO
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Vanessa ReyASOCIACIÓN VECINAL RECINTO FERIAL |