La tranquilidad habitual que suele rezumar el barrio de Feáns, y que es motivo de orgullo para los residentes, se ha visto alterada en las últimas semanas por un creciente sentimiento de indignación por los actos vandálicos que tienen la iglesia parroquial de San Fernando como objetivo. La aparición de pintadas ha pasado de un hecho puntual a una mala costumbre por parte de un grupo de jóvenes que parecen haberla tomado con un lugar de culto, pero también un punto de encuentro para la comunidad.
El primer ataque contra la iglesia se produjo hace dos semanas y fueron los propios vecinos los que se decidieron echar una mano, de pintura, y colaborar con el párroco en la recuperación del aspecto original. Sin embargo, la normalidad duró solamente unos días y la segunda ola de vandalismo fue si cabe más contundente: la fachada principal apareció signos fálicos en una de las puertas, además expresiones lascivas en las paredes. La comunidad esta vez ha decidido esperar a que el cura dé un paso al frente antes de volver a realizar el borrado o pintado del inmueble.
El cabreo entre los vecinos es creciente, no solamente por el carácter de las pintadas o el lugar de las mismas, sino por el hecho de haber alterado la rutina de lo que muchos consideran un pueblo dentro de la ciudad, con las particularidades y el nivel de tranquilidad que ello implica. “Esto es un barrio súper limpio y acogedor, pero siempre aparece alguien por ahí que lo fastidia todo; hay cosas que la cabeza no alcanza a entender”, afirma el presidente de la asociación de residentes, José Ramón Cernadas. “Somos un pueblo tranquilo dentro de la ciudad, muy de ayudar a todo el mundo en lo que podemos”, agrega.
No es la percepción de remanso de paz y tranquilidad una suerte de campaña publicitaria de los vecinos, que incluso citan a la Policía Local para reforzar su argumento. “Incluso nos llamó la Policía Local para darnos la enhorabuena por cómo funciona el pueblo y lo tranquilo que es”, explica Cernadas.
Y es a la Policía Local donde la asociación de vecinos espera acudir para dar datos concretos sobre los vándalos de la parroquia, aunque de momento solamente cuentan con sospechas. “Los tenemos más o menos ubicados pero, en el momento que los cacemos in fraganti, iremos directos a la Policía”, advierte Cernadas. Eso sí, todo debe contar con la aquiescencia del párroco, especialmente dolido con el aspecto que ahora mismo presenta el lugar de celebración de la fe. “El párroco es una persona muy sencilla y está desesperado con este tema”, finaliza el presidente de la asociación de vecinos de Feáns.
Una solución rápida para los vecinos pasaría por dar parte a la Oficina Virtual del Grafiti, habilitada por el Ayuntamiento en junio del año 2021 y que, según datos del pasado mes de julio, en dos años ha acabado con 20.700 pintadas en la ciudad. El procedimiento pasa por un llamada al 010 y el tiempo medio de respuesta suele estar en unas 48 horas, y normalmente mucho menos. Sin embargo, los vecinos de Feáns desean tratar el tema con el párroco de San Fernando y que sea éste el que decida los pasos a dar para el mantenimiento del edificio.