La planta de Nostián nació con un derrumbe, el del vertedero de Bens, pero no es el único episodio accidentado en su ya larga historia. Se trata de unas instalaciones pioneras, y eso significa asumir muchos contratiempos. Por ejemplo, la caducidad del contrato: la actual concesionaria, Albada, lleva desde enero de 2020 en situación irregular, obligada a mantener la gestión al tratarse de un servicio vital y tendrá que seguir haciéndolo durante 2024.
No queda otro remedio porque el Ayuntamiento acaba de anunciar que celebró su primera reunión con el Consorcio As Mariñas (entidad que engloba al área metropolitana excepto Arteixo y que envía a Nostián su basura) para aprobar el anteproyecto de la nueva planta, que lleva paralizado un año, precisamente por no contar con As Mariñas para la redacción de dicho anteproyecto, que incluía cambiar el sistema de recogida.
Por delante queda la redacción del pliego de condiciones técnico (que llevará meses), llevarlo a comisión, recibir alegaciones, licitarlo, adjudicarlo y las prácticamente inevitables reclamaciones legales, dado que se trata de un contrato millonario. Eso, si no se declara desierto, algo que podría suceder si el importe no es lo suficientemente alto. La nueva planta de Zaragoza va a costar 280 y nació imagen y semejanza de la de A Coruña, pero aprendiendo de sus errores.
Ahora, el portavoz municipal y concejal de Economía, José Manuel Lage, que dirige las negociaciones, tiene intención de resucitar un pacto firmado con la Xunta, en esa época gobernada por el bipartito PSOE-BNG, para llevar basura a Sogama. Nostián produce un excelente CDR (Combustible Derivado de Residuos) con la basura no reciclable, que a la planta de Sogama quema para producir electricidad. De esta manera, Nostián se libraría de llevar la basura a vertedero, algo que es penalizado económicamente por la nueva normativa europea. Esto permitirá a las arcas municipales ahorrar algo de dinero, pero sobre todo a los coruñeses, porque otra normativa que entra en vigor en enero es que el coste de recoger y procesar la basura tiene que repercutir directamente en las tasas. Está por ver cuánto subirá la factura, pero hay que tener en cuenta que no se trata solo del reciclaje. También está la espinosa cuestión de la recogida.
La nueva normativa obliga a separar la basura en origen, algo que los coruñeses hacen desde hace años, al emplear el contenedor de orgánico e inorgánico. Pero el sistema mayoritario es el de cinco contenedores (añadiendo al de orgánico, inorgánico, papel y cartón un quinto de envases ligeros).
El de envases ligeros es importante porque por su contenido está obligado a pagar Ecoembes, entidad que agrupa a los productores de envases más importantes. El problema de este sistema es que la separación en origen, es decir, en las casas de los coruñeses, es mucho peor. “En el inorgánico va todo lo que no es orgánico, pero con el sistema del quinto contenedor depende de la calidad de lo recogido en el contenedor amarillo”, explica un experto consultado. La gente se confunde y lo mezcla. El resultado es que Ecoembes paga menos por cada bolsa de envases.
Pese a todo, en Nostián se hace separación en planta, por lo que seguirá siendo más eficaz que Sogama, donde se quema todo lo que no sea bolsas de envases. Pero que exista un quinto contenedor implica también que el contrato de recogida de basura, que se limita a solo cuatro contenedores, ya no es válido. Eso significa que tendrá que elaborarse un nuevo contrato (la concesión actual fue anulada por una sentencia). Es decir, un 20% más caro.