La montaña rusa de emociones en la que vive la hostelería de la ciudad atraviesa esta vez su punto más bajo, después de unas navidades en las que se pulverizaron todos los registros en lo que a facturación se refiere. Y es que un ya de por sí complicado mes de enero se ha visto agravado por el paso de dos borrascas consecutivas, ‘Fein’ y ‘Gerard’, que no solamente vaciaron el sector, sino que dejaron una estampa postapocalíptica en todas las calles. 

Algunos establecimientos, en previsión de las dificultades, decidieron bajar la verja y comenzar el año con unas vacaciones que son además una forma de reducir gastos de todo tipo, en una época gris por el incremento de costes, tal y como advierte el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería, Héctor Cañete: “Es lo que llamamos tradicionalmente los duros enero y febrero, pero en esta ocasión está costando más de lo habitual salir adelante y viene una crisis importante, debido a la inflación, el aumento de la cesta de la compra y las facturas”. 

Los estragos del temporal destrozaron las cajas de esta semana en muchos locales, hasta el punto que en algún caso extremo las recaudaciones del día se quedaron a 0. En otras zonas en las que normalmente la actividad entre semana hubiera sido alta, por ejemplo, se pasó de una facturación de 400 o 500 a aproximadamente el diez por ciento.
Según el presidente de los hosteleros, más allá del mal tiempo, los coruñeses tampoco tienen el cuerpo recuperado de la Navidad. “Todo suele quedarse parado ya que estamos un poco hartos de tantas comidas y cenas”, dice.

Cenas solo algunos días 
Una tendencia que ha detectado la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña es que, en muchos casos, el sector está funcionando a medio gas. Es decir, solamente abre para los servicios de cenas durante el fin de semana. “Muchos días directamente no se abre y durante la semana, como la casa está a cero, ya no se ofrece servicio de cenas de lunes a jueves”, subraya el presidente, Héctor Cañete.

 
Además, la normalización del concepto afterwork o tomarse una copa con los compañeros de trabajo al finalizar la jornada, también le ha cambiado el modelo de negocio a un sector que se adapta a los usos de sus clientes. “Sigue funcionando muy bien y se tiende a eso, a cenas menos fuertes y un picoteo con cañas o copas con los compañeros”, comenta Cañete, que ya mira al horizonte con optimismo moderado a pesar de que, como sucede con las borrascas, siempre acaba por salir el sol. “Sale, pero en esta ocasión parece que le cuesta algo más”, matiza el hostelero.