La Feira das Marabillas se despidió este lunes de la ciudad hasta el año que viene. Los 200 puestos que conformaron el mercado medieval comenzaron ayer su retirada de las calles del casco histórico, por las que han pasado miles de personas en las últimas cinco jornadas.
Adolfo López, presidente de la Asociación de Comerciantes de la Ciudad Vieja (Aceca), que organiza el evento, considera que el balance es positivo: “Lo que pretendemos todos los años es que nos visite la gente para que la Ciudad Vieja no se convierta en un barrio residencial, como puede ser A Zapateira o Ciudad Jardín”. Si bien las ventas no han sido las habituales, la afluencia “ha recuperado los niveles de 2019”.
En el ámbito económico, según el portavoz de los comerciantes y tal y como explicaron algunos de los mercaderes el fin de semana, “hay dudas. Las ventas han bajado pero es algo que se achaca a la inflación y a la situación de incertidumbre y miedo que hay ahora mismo en la sociedad. El comercio está empezando a frenar y en agosto se va a ver”, comenta. Pese a todo, el resumen es positivo.
El presidente de Aceca reflexiona, por otra parte, sobre los cambios que ha sufrido el evento con el paso de los años. “Es curioso cómo, al hacer un repaso de la feria, ves que hace 25 años tenía una duración de ocho días y ahora pasa lo que pasa”. El desarrollo del mercado en cuanto a aspectos de protección y seguridad, sin embargo, “ha cumplido todas las expectativas e incluso se ha mejorado con respecto a otros años”, afirma.
El portavoz de los comerciantes indica que la plaza de Azcárraga contó con una estructura diferente y, entre otras cosas, el hecho de que la calle del Rosario contase con puestos, rebajó la tensión de grandes multitudes.
El Recuncho das Pícaras, en María Pita, “fue el espacio principal, donde se ve el gran componente familiar que tiene el evento”, añade. En la plaza se encontraban, además, los puestos que cumplen con “criterios altamente artesanales”.
En esta edición, la número 26, los puestos locales dieron un paso adelante y ganaron protagonismo. “Una de las tendencias que hay es que el que haga algo diferente e interesante tiene que tener cabida. Lo local, de A Coruña, tiene prioridad y llamaron mucho la atención puestos como la droguería Villar”, expone.
Cobra especial relevancia, también, la gran ayuda que este evento supone para los establecimientos comerciales y hosteleros que hay en la Ciudad Vieja. “Muchos años la feria sirve para que estos locales paguen el alquiler de todo el año. Esperemos que este año haya ocurrido lo mismo”.