El discurso de ingreso de César Antonio Molina en el Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses destacó por una idea: la del regreso al hogar. A través de las obras de autores como Homero, Goethe o Baudelaire, habló sobre los sentimientos que afloran en los viajeros cuando deben marcharse de aquellos lugares que los vieron crecer.
“Sin compararme con Ulises ni con su creador, yo también llevo muchos años fuera”, dijo el que fuera director del Instituto Cervantes y ministro de Cultura durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, aseguró que jamás dejó de estar en contacto con la ciudad. “Siempre antepuse mi amor atemporal por la ciudad a todo”, explicó, del mismo modo que, dijo, jamás dejó de sentir nostalgia por el lugar de origen y descanso de su familia: “Por la ciudad que fue y las personas que la habitaron”. Una nostalgia, no obstante, que en su caso podría quedar mitigada con el último tributo que ha recibido por parte de esa ciudad que él debió abandonar. Y es que, desde hoy, Molina es miembro de número del Instituto José Cornide. Un reconocimiento que se suma a los múltiples que ya tiene en su haber: es hijo predilecto de la ciudad, Académico de Honor de la Real Academia Galega de Belas Artes y socio de honor de la Asociación de la Prensa de A Coruña, entre otras distinciones.
Hoy, algunos de estos méritos fueron recordados y puestos en valor en el acto de ingreso, que tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento, ante asistentes como Fernando González Laxe, expresidente de la Xunta; Francisco Vázquez, excalde de A Coruña; Salvador Fernández Moreda, expresidente de la Diputación de A Coruña; o Darío Villanueva, exdirector de la RAE. También acudieron al lugar otros miembros del propio Instituto Cornide, como Rosario Sarmiento, José Luis Seoane Spiegelberg o Felipe Senén, quien agradeció en su intervención a Molina sus servicios a la ciudad, como su crucial labor para que la Torre de Hércules fuese declarada Patrimonio Mundial en 2009, la cesión del edificio del Gobierno Militar al Ayuntamiento o el regalo de su biblioteca y la de su mujer a la Diputación.
El acto lo presidió la alcaldesa, Inés Rey, que le entregó la medalla que lo acredita como miembro del Instituto. Asimismo, la regidora definió al exministro como “una figura indiscutible de la sociedad y la cultura coruñesas”, al tiempo que destacó que la ciudad “está en deuda con él por su defensa y su promoción de nuestro patrimonio y cultura”.
Molina, que agradeció a los asistentes por el reconocimiento, aludió finalmente a lugares como la propia Torre de Hércules (“hice por ella más de lo que jamás pude imaginar”), los jardines de San Carlos, el barrio de Orillamar o el cementerio de San Amaro. Lugares que siempre ha recordado y que le permitirán ahora, como sucedía con Ítaca en el poema épico griego de Homero, “gozar de la luz del regreso”.