Su presencia en O Birloque sorprendió aquel 3 de agosto de 2004. No estaba, ni mucho menos, anunciada en la inauguración de una calle. Un empresario multimillonario, uno de los hombres más ricos de México, una leyenda del olimpismo de este país, posaba ufano junto a muchos familiares y el alcalde Francisco Vázquez delante de una placa colocada en un barrio obrero coruñés que reza así: “Juan Darriba”. El foco está, claro, en el homenajeado y Olegario Vázquez Raña no se lo quiere quitar. Eso sí, amablemente explica a la prensa el motivo de su presencia en el acto. Así lo recoge El Ideal Gallego.
Pero vayamos por partes. Lo primero es explicar quién es Juan Darriba. El 9 de agosto de 1896, este chaval de 11 años ve cómo se ahoga en el Orzán una mujer llamada Josefa Fernández. Cuando la alcanza, ella lo toma el brazo, por lo que él bracea con el que le queda libre. Extenuado, acaba hundiéndose. Un hombre acude al rescate de ambos. Cuando llega a su altura, tira del brazo de Josefa, que a su vez arrastra al crío, ya inconsciente. A Juanito se lo llevan a su cercana casa, donde poco después un doctor certifica su muerte.
El suceso conmociona a A Coruña de la época. Pocos días después, el Ayuntamiento concede al niño héroe una tumba a perpetuidad en el cementerio municipal de San Amaro. En tierra. Se ha respetado lo acordado entonces y aún hoy, en 2025, se puede observar en el tercer departamento una anomalía: entre las sepulturas subterráneas y las hileras de nichos se distingue una única lapida en el suelo. Es la de Juanito.
En 1996, un ciudadano, Antonio Ocampo, solicita al Ayuntamiento que dedique una calle al chaval, petición que se aprueba cinco años más tarde. La vía se inaugura en 2004. Y es aquí donde la historia enlaza con Olegario Vázquez Raña, fallecido el pasado viernes para hondo pesar de Galicia y México. Dos decenas de descendientes del homenajeado, la mayoría llegados expresamente desde el país norteamericano, se citan en O Birloque el 3 de agosto de 2004. Olegario asiste porque su mujer es “familiar directa de la sobrina de Juan Darriba”, revela a El Ideal Gallego. Recuerda que su suegra les contaba “desde hace años” la historia del “niño héroe”. “Nosotros nos la tomábamos a broma y le decíamos que no era verdad. Hasta hoy”, añade el empresario.
Hay un dato que Olegario y el resto de su familia desconocen cuando se inaugura la calle de Juanito, pero que sabrán años después. Que hay otro Darriba héroe. El reloj marca las 12.30 horas del 11 de junio de 1902 cuando tres niños, alumnos de las Escuelas da Guarda, están en dificultades en las aguas del Orzán: Juan Carro Mosquera, de 12 años; José Cotelo Rego, de 10, y Emilio Ponte, de 8. Dos de ellos, Emilio y Juan, logran salir del agua y se van a avisar a la guardia municipal, que está algo lejos. Al rescate acude Manuel Darriba Fernández, zapatero de 22 años residente en el número 2 del Caramanchón, la casa donde murió su hermano Juanito seis años atrás. Logra sacar a José de las aguas, pero el crío ya está muerto. A Manuel le darán 50 pesetas por su acto valeroso.
En 2013, el Ayuntamiento de A Coruña decide inaugurar un monumento a los heróes del Orzań en el tramo de la vieja muralla que divide las playas de Riazor y Orzán. En principio, se anuncia que estará dedicado únicamente a los tres policías nacionales (Javier López López, Rodrigo Maseda Lozano y José Antonio Villamor Vázquez) fallecidos el 27 de enero de 2012 al intentar rescatar a un estudiante, Tomas Velicky, que también pierde la vida. Sin embargo, después rectifica y en la placa finalmente inaugurada se incluyen los nombres de otros dos héroes muertos en esa misma zona por el mismo motivo que los agentes: Francisco Alcaraz, un obrero de la construcción que el 25 de agosto de 1897 fallecido en las aguas del Orzán al intentar rescatar a una mujer, Ramona Ferreiro, que también muere; y, por supuesto, Juanito Darriba.