Coruña Insólita | María Antonia, la tendera de Juan Flórez que dio nombre a todo un mar

En su negocio siempre atendía a los marineros, sin importar la hora. Y, si no traían nada, allí tenían un trozo de pan. Por eso, al llegar a casa, entre Sisargas y Prior, decían que estaban en María Antonia
Coruña Insólita | María Antonia, la tendera de Juan Flórez que dio nombre a todo un mar
Marisa Castiñeiras y Marisa García Couto, hija y nieta de María Antonia Couto /Carlota Blanco

Los nombres de los mapas y en las cartas marinas y los que les dan los que surcan esas aguas no siempre coinciden. La denominación oficial dirían que entre las Sisargas y el cabo Prior se encuentra el golfo Ártabro pero muchos marineros a esa zona la conocen, o al menos la conocían, con el nombre de una mujer: el mar de María Antonia.  


Entre quienes ayudaron a popularizar este nombre están Xosé Iglesias y Xurxo Souto. “O primeiro que me falou do mar de María Antonia foi Serafín Mourelle, un gran patrón do mar de Irlanda, do Gran Sol, que era de Corme e vivía nos Castros”, explica Xurxo Souto. Mourelle recordaba que, cuando estaban llegando a A Coruña, decían “xa estamos en María Antonia, xa estamos na casa, estamos na Coruña”. Definía ese mar como el que estaba entre las Sisargas y cabo Prior, es decir, el mar que se ve desde lo alto de la Torre de Hércules. Cuando Souto le preguntó de dónde venía ese nombre, él contestó con total sinceridad: “Pois non o sei”. 


Más adelante, conocería a otro gran patrón, también del Gran Sol, Carrillo, de Malpica. “Díxome que tiña un familiar que estaba casado cunha filla de María Antonia e xa me explicou que era esta señora que tiña esa tenda aberta noite e día ao final do Camiño Novo, ao final de Juan Flórez”.


De Carral

El nombre completo de esta mujer era María Antonia Couto Couto y, pese a lo que pueda parecer, no nació junto al mar. Era de San Vicente de Vigo, en Carral.  “En su familia eran diez hermanos y tres ya se habían casado así que ella cogió el colchón de lana, como se hacía entonces, y se vino para A Coruña, donde ya vivían dos de sus hermanos, Pedro y Ezequiel”, relata la hija de María Antonia, Marisa García Couto. El segundo tenía una tienda, donde ella empezó ayudando. Cuando Ezequiel se casó, en los años cuarenta, le dejó el negocio a su hermana.

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María Antonia, a la derecha, en una foto familiar / Cedida


El ultramarinos estaba en Juan Flórez, en la esquina de la calle Pozo, la misma calle en donde vivían. Había otras dos tiendas que también servían a los barcos de Gran Sol para las mareas, el Sol Argentino y Gato, pero la de María Antonia era la que tenía más asegurados de la cartilla de racionamiento. “Teníamos clientela de la calle Real y del Cantón y cuando venía el racionamiento, una vez a la semana, tenían que venir los guardias a poner orden en la cola”, explica Marisa. 


La fama de María Antonia procedía de que siempre estaba disponible para los marineros, por muy temprano o muy tarde que vinieran, además de ayudarles en lo que podía. “Ella repartía pan; si no había, le daba una barra a cada barco –cuenta su hija–; cuando venían sin pescar nada, ahí en esa zona entre Sisargas y cabo Prior, echaban las redes y siempre encontraban algo, por eso le pusieron ese nombre porque decían: ‘Como na casa de María Antonia, en ningún sitio’ y ahí siempre algo cogían”.


Y, si la cosa no había ido bien, allí siempre tenían algo: “No era un bar, era una tienda pero si no tenían dónde comer, llegaban y ponían la pota al fuego; con lo que traían y con algo que traíamos de la carnicería de Angelito tenían para comer”, recuerda Marisa. 

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María Antonia Couto, en el centro, en una foto con su nieta Marisa (a la derecha) /Cedida


Eran como de la familia. Literalmente, porque las tres hijas de María Antonia, Maruja (que sería la que luego heredó la tienda), Fina y Marisa, se casaron con tres hombres del mar. 


Pero no solo ayudaba a quienes andaban embarcados. Una señora, de buena familia aunque en una situación apurada, le dejó en su testamento un anillo y unos pendientes, en reconocimiento por las veces que le fio. “No se hizo rica nunca”, confirma su hija, aunque sabía escuchar y tenía el cariño de clientes y vecinos. “Todos me conocían como la hija de María Antonia y siempre me llenaron de honores”, explica. 


Aunque María Antonia murió en 1994, a los 81 años, todavía hay en ese local una tienda, aunque ya no la lleva la misma familia. Pero muchos aún la recuerdan. “Paréceme algo precioso, María Antonia, unha señora do Camiño Novo, que veu da aldea, que lle dou un nome a todo un mar”, afirma Xurxo Souto. 

Coruña Insólita | María Antonia, la tendera de Juan Flórez que dio nombre a todo un mar

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