El San Juan coruñés puede considerarse cada vez más a rajatabla que es conocido de aquí a Lima. O al menos a Quito. La creciente contribución a la fiesta de la comunidad latina se hace notar especialmente en la playa de Riazor, donde decenas de banderas no sólo ejercen de reivindicación de la multiculturalidad, sino de efecto llamada para la reunión entre paisanos. Uno de esos protagonistas será hoy Alfonso Valencia, quien disfrutó por primera vez de la Noite Meiga en toda su grandiosidad.
Residente en A Coruña desde abril de 2023, realmente Alfonso vivirá su segundo San Juan, aunque el primero le cogió, por decirlo de alguna manera, por sorpresa. Nadie le había informado de la que se monta en la playa con motivo el solsticio de verano, así que al salir de trabajar se dirigió a su casa en el punto más alto de Novo Mesoiro. Desde allí apenas se divisa el centro de la ciudad, mientras que el mar se corresponde más con la ría de O Burgo. Sin embargo, lo que primero fue un intenso olor a humo posteriormente se convirtió en el reflejo de las miles de hogueras que por toda la ciudad se afanaban en ahuyentar los malos espíritus. Alfonso, asustado, llegó a pensar en una catástrofe o incluso un atentado, y por eso llamó en primer lugar a los Bomberos. “Me explicaron lo que era la noche de San Juan y al principio me sentí un poco tonto, pero la verdad es que fueron muy amables. Incluso llegué a pensar que se habría estrellado un avión”, reconoce aún con cierta vergüenza. Dice que por eso tampoco quiere aparecer en foto.
Solamente un año después, empapado de coruñesismo ‘hasta las cachas’ como diría el malogrado Amancio Amaro, retransmitirá a su Quito natal lo que es la noche de San Juan.