Los transeúntes que caminaban por la avenida de Linares Rivas esta mañana tuvieron la oportunidad de cruzarse con una curiosa pareja: un hombre de mediana edad que tiraba del ronzal de un burro. Se trataba de Enrique Balsera y su compañero, de Espíritu Santo (al que él llama simplemente “Espiri”), que se dirigían a la capital después de haberse hecho con la compostelana en la Iglesia de Santiago. Como siempre la gente se acercaba a ellos, atraída por la estampa que ofrecía un dúo tan poco frecuente, e intercambiaban algunas palabras.
 

En estos tiempos descreídos, es raro encontrarse con alguien que peregrina por el Camino de Santiago por motivos de espiritualidad pero, claro, también resulta raro encontrarse con burros en plena calle. 

Hoy, los coruñeses pudieron contemplar ambas rarezas al mismo tiempo. Balsera lleva seis años caminando, para cumplir una promesa que hizo: tuvo un accidente y pensó que nunca volvería a andar, así que juró que, si lo conseguía, caminaría para dar gracias a Dios. En cuanto a su compañero de camino, se lo regalaron en Castellón, y desde entonces le ha acompañado en su singladura, que no tiene visos de terminar pronto. 
 

Balsera afirma que no quiere nada, solo que se le acerque la “gente buena” pero que cuando la gente le conoce, ya solo quieren la foto. Se trata de una reacción habitual, porque, como señala el interesado, se trata del “peregrino más famoso del mundo”, acostumbrado a que su imagen salga en los medios de comunicación.
 

Tras llegar el martes bien entrada la noche a la ciudad, partieron hacia Santiago. Espíritu Santo, al que no monta (según comprobaron las autoridades, al ser advertidas de la presencia del animal), llevaba en el cuello una bufanda del Deportivo, como recuerdo de su estancia en la ciudad herculina.