Los incendios que han tenido lugar esta semana en Lugo y Ourense parecen fuera de lugar a estas alturas del año. Lo habitual es que escenas como estas se produzcan entre agosto y septiembre. En todo caso, A Coruña se ha librado de esta lacra, sobre todo el municipio herculino, donde los Bomberos apenas han registrado incendios forestales en los meses de verano y los pocos que se han dado, han sido de escasa extensión. Se trata de un mínimo histórico, por debajo de los 18 que se registraron en 2021, cuando se registró el anterior récord.

Uno de los pocos fuegos  que tuvieron lugar este verano se localizó junto a Alfonso Molina, justo encima de Xuxán, alrededor de una zona de matorral, y consumió cien metros cuadrados de terreno. En aquella ocasión, las brigadas forestales de la Xunta se encargaron de sofocarlo, asistidos por Bomberos de A Coruña, sin mayor problema.
 

Pero episodios como este fueron muy raros en este verano, a pesar de la pertinaz sequía. Si se pregunta al respecto, lo más habitual es que se comente el esfuerzo que se ha hecho en desbrozar el terreno para eliminar la maleza que sirve de combustible a los fuegos, o a la concienciación para que el público no arroje colillas que pueden provocar el fuego. 
 

Cuestionado al respecto, un bombero ofrece una explicación más concisa: “Suerte”. Hace años que en A Coruña no se registra ningún gran incendio forestal, y menos que ponga en peligro a nadie, y tras las lluvias del viernes, que han puesto fin al clima veraniego,  2023 sigue esa tónica.