Suenan a un mal trago lejano en el sector del ocio nocturno las restricciones de la pandemia y los estragos del covid. Sin embargo, en el caso de La Marina, uno de los epicentros de la noche coruñesa, es todavía reciente y hasta cierto punto vigente. El apagón sufrido desde las 01.00 a las 05.00 horas de la madrugada del 31 de diciembre al 1 de enero no solamente fue un desastre para miles de clientes, sino también para los propietarios de los locales, que estimaron sus pérdidas alrededor de 10.000 euros por cabeza. Por todo ello, y a pesar de la sensación de normalidad y optimismo, algunos de ellos se han ‘armado’ de generadores eléctricos para evitar otro susto y poder, de una vez por todas, celebrar la primera fiesta Fin de Año pospandemia.
Lejos de haber caído en la superstición, muchos de los que hace un año habían apostado por dar la bienvenida al nuevo año han decidido repetir su voto de confianza por los mismos locales. De hecho, según afirma Alberto Boquete, presidente de los hosteleros de la zona, ni siquiera ha dado tiempo a realizar una venta de entradas: “Anunciamos la fiesta ya con todo vendido, contamos con que este año sí toque celebrar, pero es que hicimos una celebración previa al Fin de Año y ya se acabó todo el papel en el momento”. El empresario se refiere a su establecimiento, La Mansión 1783, pero la tendencia es semejante entre sus asociados.
Muchos de los pubs funcionan con un alto nivel de ocupación durante todos los fines de semana, como es el caso de Piccadilly. Boquete, además, cree que la noche de Fin de Año es un éxito casi asegurado porque la demanda supera a la oferta de entradas. “En A Coruña hay mucha demanda y poca oferta, son miles de personas que quieren salir y tampoco hay tantos locales de ocio, aunque hemos detectado menos gente que se vaya, por ejemplo, a casas rurales”, explica.
Los ecos de la celebración frustrada llevaron a los pubs asociados a realizar una reclamación a la compañía eléctrica, con estimaciones de pérdidas entre los 8.500 y los 10.000 por establecimiento. El mismo día del incidente Naturgy estableció en 1.500 los clientes afectados, pero en realidad muchos de ellos tenían otros tantos cientos de personas en el interior de sus bajos. Todo ello ha quedado en un mal recuerdo del que Boquete quiere pasar página. “Entre mercancía y ganancias estimadas fue un palo, pero hay que pensar en este año, el primero pospandemia”, reconoce.
Por si acaso, el alquiler de los generadores sale a cuenta, en vista de los antecedentes. “A lo que puede suponer, merece la pena”, finalizan los hosteleros.