Hoy en día, los exámenes de recuperación son en julio. En el caso de los conductores coruñeses, son este mes: así lo decidió la alcaldesa, Inés Rey, cuando anunció el diez de enero que, de no moderarse la velocidad en el interior del casco urbano, la Policía Local comenzaría el 1 de marzo a sancionar utilizando los dos radares que instalan alternativamente en siete puntos de la ciudad. Rey se mostró esquiva sobre la cuestión cuando respondió, “estamos analizando los datos” pero fuentes consultadas reconocen que el número de infracciones al límite de velocidad ha caído y que no existen planes a corto plazo para activar los radares. Por lo menos, hasta el examen del próximo trimestre.
Preguntada al respecto, la regidora se limitó a recordar que el objetivo del Ayuntamiento no es sancionar, sino reducir la velocidad. En enero, los radares pedagógicos (es decir, que no multan, sino que solo registran datos) situados en varios puntos de la ciudad habían detectado excesos de velocidad en algunos puntos concretos. “Se generaban situaciones de falta de seguridad vial y dimos un plazo para ver si tomábamos conciencia”, comentó.
Dicho plazo expiraba el uno de marzo. Rey matizó que había dicho que, si bajaban las cifras, “nuevamente ampliaríamos ese plazo”. No se trata (insistió mucho en ese aspecto) de alcanzar un objetivo recaudatorio, sino de mejorar la seguridad vial y realizar pedagogía a través de los radares. “Ahora vamos a ver esos datos y confiar en que hayan bajado”, insistió.
Todo parece indicar que así ha sido, aunque solo se trate de una tregua. El plan original era activar los radares en diciembre, pero se ha ido dilatando la que es una medida impopular en una ciudad en la que, además, la siniestralidad se ha estancado en unas cifras bastante bajas. Tampoco se trata de que los conductores circulen a velocidades de vértigo en A Coruña: En realidad, según los datos recabados por los radares pedagógicos situados en el centro, solo el 5% de los coches detectados superaba el límite, aunque en el de Alfonso Molina la cifra de infractores llegaba al 25%. Casi 70.000 rebasaban los 80 kilómetros por hora. Allí, en un tramo de 50 se registró un pico de 122 kilómetros por hora, lo que se considera “inadmisible”.
En algún caso excepcional, en Juan Flórez, donde el límite es de 50, se llegó a detectar un coche circulando a 94 kilómetros por hora y es cierto que el radar, que se encuentra cerca del colegio Labaca detectó esos máximos, pero el incumplimiento es mucho mayor en los carriles 30 que en los 50. De los diez radares pedagógicos, tres se encuentran en puntos de gran tránsito: Alfonso Molina, Pedro Barrié de la Maza, y avenida de La Habana. Los otros siete se localizan cerca de colegios, como el CEIP Sagrada Familia en el caso de la ronda de Outeiro.
En julio, se habían instalado siete cajas para acoger los radares y solo dos cinemómetros. La idea es reubicarlos de tanto en tanto, de manera que el conductor nunca sepa cuando un punto está vigilado. Mientras que los radares pedagógicos están repartidos por el centro, las cajas de los radares sancionadoras se encuentran en la periferia: Tercera Ronda (2), carretera de Baños de Arteixo, la avenida de A Pasaxe, la de Salgado Torres, la de Finisterre y Alfonso Molina (a la altura del IES Fernando Wirtz).