Hace ya cinco años que el Gobierno local declaró la guerra a la doble fila con la activación de las cámaras de la Vía Prioritaria Vigilada (VPV) en calles como Juan Flórez. En ese tiempo se han puesto miles de multas y se han reordenado docenas de calles, y el resultado es que la doble fila casi ha desaparecido en el espacio comprendido entre el Ensanche y La Marina. En el resto de la ciudad, se dan casos de casos de calles secundarias, con escaso tráfico, donde los vecinos aún aparcan sus vehículos de forma indebida. Sin embargo, fuentes de la Policía Local reconocen que se ha avanzado en ese aspecto mucho en solo cinco años.
Son varios los factores, no solo la vigilancia telemática, los que han provocado la reducción de este fenómeno, que congestionaba el tráfico en las calles de más de un carril y que llegaba a afectar al transporte público, provocando atascos cuando el espacio era insuficiente para circular. Por supuesto, continúan aparcándose vehículos en doble fila, sobre todo los de reparto, ahora que se ha normalizado la compra vía internet. Sin embargo, el tráfico es más fluido por las principales arterias de la ciudad, y aunque sigue habiendo zonas como la ronda de Outeiro donde los vehículos estacionan indebidamente, en el centro, la zona en la que más congestiones se producen, la situación se ha normalizado.
En octubre de 2019 entraron en servicio las cámaras de VPV. Este sistema había sido instalado por el Gobierno de Carlos Negreira, como parte de la iniciativa Smart City., financiada con fondos europeos. Nunca se llegó a poner en marcha, aunque si se activaron para evitar tener que devolver los fondos a Bruselas. Fue Inés Rey la que decidió pulsar el botón cuando declaró la guerra a la doble fila.
En total, son 17 puntos controlados por cámaras sancionadoras en calles tan importantes como Médico Rodríguez o avenida de Oza. Si el sensor detecta que el vehículo se ha detenido más de unos minutos, lo registra, pero es un policía local el encargado de aprobar la sanción. La activación de este sistema tuvo un efecto fulminante y las multas se dispararon. En 2020 eran ya 2.287 cuando en 2018 eran solo 962 (no se elaboraron estadísticas de 2019 debido al covid). El número siguió aumentado en 2021 con 3.264 sanciones, para caer ya en 2022 con solo 850.
Aunque el año pasado vio un repunte de la doble fila (1.343) si se suman los casos sin conductor con los que había alguien detrás del volante, fuentes del 092 consideran que “la gente ya sabe dónde se multa, y cada vez se detienen menos”.
Otra de las claves, y quizá la más importante, es la reordenación del aparcamiento, por el que las plazas pasan de estar dispuestas en línea a estarlo en batería. Esto tiene dos efectos: el primero, permite ganar espacio de aparcamiento, una plaza por cada dos. Y segundo, estrecha la vía, impidiendo que los coches se puedan detener porque bloquearían el tráfico. A lo largo de los años, la Concejalía de Movilidad ha llevado a cabo este tipo de reordenaciones por toda la ciudad, desde la plaza de Pontevedra hasta Sebastián Martínez Risco (en Eirís), que es una de las últimas.
En algunos casos, como el de la avenida de Os Mallos, el aparcamiento en batería ha generado algunas protestas, porque el espacio es tan estrecho que vehículos muy grandes o que no aparcan exactamente dentro del espacio marcado por las líneas impiden el paso del autobús. Esto bloquea la avenida hasta que se retira el vehículo o aparece el dueño o aparece la grúa.
Pero si se reordenaron tantos aparcamientos fue, sobre todo, para compensar el espacio que se perdía debido a las peatonalizaciones. Lugares como Ramón Cabanillas, Alcalde Marchesi, o la más céntrica Compostela se han peatonalizado completamente. Todas son zonas comerciales donde era habitual que los conductores se detuvieran ‘unos minutos’ para hacer un recado. Otras calles vecinales, como la de Pintor Laxeiro, han seguido la misma suerte, aunque la doble fila no fuera tan grave en su caso.
San Andrés seguirá su ejemplo con la humanización que concluirá en febrero y que ha supuesto la desaparición de tantas plazas: no puede haber doble fila si no hay fila siquiera. Los comerciantes están divididos entre los que opinan que perderán clientes si no pueden dejar el coche en doble fila y los que consideran que ayudará a reactivar la zona como ha hecho con la plaza de Lugo. En cuanto a aquellos que en su trabajo dependen del coche para desplazarse, un agente local se muestra inflexible: “El servicio municipal de alquiler de bicicletas funciona muy bien”.