Llevaba abierta al público desde 1943, y durante los 2000 muchos coruñeses la conocieron como “la joyería del perro”, gracias a la sempieterna presencia de Buxo, el bobtail que acompañaba a Rafael Canales, cuarta generación de los joyeros Canales, en cada día de trabajo. En marzo de 2020 Rafael Canales falleció, la Joyería La Esmeralda, situada en el número 23 de San Andrés (en el pasadizo entre San Andrés y la Plaza Galera), cerraba sus puertas indefinidamente.

Este lunes el cierre llega por fin a su término, y lo hace por todo lo alto: Diego Canales, hijo del difunto Rafael, retoma la actividad como cuarto heredero de una saga de joyeros coruñeses que siempre han marcado la diferencia. El primer González de Canales dedicado al oficio fue Juan en 1907, en Córdoba, lugar de antigua tradición joyera. Su hijo Rafael se trasladó a Galicia por amor, y tras casarse, abrió en 1943 el taller de joyería La Esmeralda, el cual, junto con otros talleres que nacieron en Bergondo, contribuyó al inicio de la tradición joyera de los Canales en la provincia de A Coruña. Además del establecimiento joyero, esta saga ha contado siempre con su propia marca de diseño de joyas, G. de Canales. Rafael Canales fue el primer gemólogo de la ciudad, además de especializarse en Amberes, epicentro internacional del comercio de diamantes.

Tras el fallecimiento de Rafael el pasado marzo, su hijo Diego da un paso adelante para continuar con la tradición familiar, justo en el año del 80 aniversario de su inauguración. G. de Canales reabre sus puertas con el taller visto al público, donde crear joyas únicas y personales adaptadas al presupuesto del cliente. El cliente puede encargar piezas no sólo con las piedras preciosas más conocidas, sino abriendo la imaginación.