Una construcción de 1940 en Cuatro Caminos. Una extraordinaria rehabilitación y una técnica nunca antes usada en Galicia. Una operación de envergadura y mucha expectación alrededor del número 19 de Concepción Arenal. Esto, que ocurrió hace unos días, lo explica ahora con naturalidad Jorge Vázquez, uno de los arquitectos de la obra, que va camino de convertirse en una de las observadas de A Coruña.
“Como un Tetris o un mecano, y con la opción de revertise, que no tendría sentido, pero está ahí”, anota Vázquez.
El emblemático edificio construido originalmente en 1940 está siendo sometido estos meses a una sofisticada rehabilitación y ampliación en la que la promotora Grupo Ares, el estudio de arquitectura Dousdevinte y la empresa Emsamble, especializada en viviendas modulares, suman esfuerzo y experiencia no sólo para restaurar las diez viviendas existentes, sino para elevar dos plantas sobre el edificio original para añadir otras cuatro, para lo que han recurrido a un sistema que, si bien no es nada excepcional en ciudades como Madrid Barcelona, nunca se había usado en A Coruña. “No es que sea algo dificilísimo, pero es que aquí no se dan demasiadas elevaciones de edificios, y a lo mejor no surgió la oportunidad”, matiza Vázquez.
En este sentido, además de devolver el esplendor de la construcción histórica, sin descuidar sus características se añaden dos pisos mediante módulos prefabricados industrializados suministrados por Emsamble.
Los módulos, y sus correspondientes cubiertas, se colocaron el domingo 14 de julio “en una operación técnica y logística realmente compleja”, casi quirúrgica, que requirió nueve camiones para el traslado de las piezas, más de 25 profesionales y una grúa transportable de gran tonelaje reservada para este tipo de operaciones especiales, de ahí las decenas de curiosos que se acercaron hasta Cuatro Caminos.
Vázquez explica que, al margen de aspectos técnicos, la dificultad inicial radicó en cuestiones de organización, por el tráfico que soporta este entorno, la concurrida parada de bus delante del edificio, la actividad en los bajos, ocupados y en explotación, y la imposibilidad de utilizar una grúa torre por falta de espacio… “Todo ello ha sido determinante a la hora de buscar un método de intervención rápido y eficaz en cuanto a la afección de la vida de los vecinos”, indicó Vázquez.
En cuanto al apartado técnico, el reto no ha sido menor, pues la estructura del inmueble, toda de hormigón, necesitó de un refuerzo en la cimentación “mediante el micropilotaje de los muros laterales para que estos pudieran asumir y soportar las nuevas cargas de las dos plantas añadidas”, y para ello se colocaron cuatro vigas metálicas de un metro de canto integradas en los módulos de cubierta, que trasmitiesen así las cargas centrales suspendidas a los muros laterales.
Los responsables destacan la meticulosa planificación y ejecución de las obras, consensuadas con el Ayuntamiento y Patrimonio, “para conservar el carácter y la esencia original de la estructura, mientras se actualizaba para cumplir con los estándares más modernos de eficiencia y funcionalidad”. Todo, con el plus de la rapidez, precisión y sostenibilidad que aportan los módulos, pues los tiempos se redujeron casi a la mitad.