La okupación continúa siendo, en menor medida, un problema latente en una ciudad en la que abundan los edificios abandonados o vacíos. Gran parte del problema se ha solucionado gracias al tapiado de puertas y ventanas, pero en otros casos, los propietarios de l edificio no son tan expeditivos, así que las autoridades tienen que tomar la iniciativa. Es el caso de la Policía Local, que controla varios edificios pegando testigos a las puertas.
Se trata de una pegatina amarilla, en la que se puede leer “precintado por la Policía Local”. Los agentes la pegan a cualquier puerta que tengan constancia o sospechen que puede haber sido forzada. Después de eso ya no les queda más que pasar cada ronda por la zona y comprobar que nadie la ha roto. De ser así, como tienen la certeza de que ha sido recientemente, el okupa no puede alegar que es su casa y que lleva tiempo instalado en ella y puede ser expulsado de forma terminante.
Muchos casos acaban en intentos frustrados gracias a la celeridad de las actuaciones policiales
El Cuerpo municipal está acostumbrado a realizar intervenciones urgentes en cuanto los vecinos le advierten de la presencia de un intruso. Pero aunque normalmente llegan a tiempo, también es cierto que es habitual que un solo edificio sufra varios intentos de okupación. El testigo ayuda porque permite pasar por delante de la puerta y, de un vistazo, comprobar si el inmueble ha sido allanado.
Sin embargo, el 092 también emplea profusamente la cinta policial para cerrar las entradas de los edificios allanados. Por ejemplo, hay varios casos en Os Mallos, uno en Ramón Cabanillas, el de un garaje. “Nos dijeron que unos niños se colaban dentro, así que lo precintamos”, explican fuentes policiales.
En lo que va de año, la tensión que genera la okupación ha ido en descenso, sobre todo en el centro de la ciudad, aunque aún quedan zonas donde se han registrado intentos. Esto ha ocurrido en la Ciudad Vieja pero también en la periferia, en O Martinete.
Los vecinos de estas zonas han pedido más vigilancia policial, porque consideran que están más aislados que en el centro y, por tanto, más expuestos a las okupaciones. Normalmente, lo que más se teme es que estos individuos sean marginados o toxicómanos, que generan problemas como peleas o tráfico de drogas. El caso más grave que se ha generado en la ciudad fue el del número 140 de la ronda de Nelle, una comunidad okupa entera que se convirtió en uno de los principales focos de delincuencia de A Coruña hasta que un incendio provocado por una pandilla de jóvenes para vengarse de otra provocó el desalojo.