Juan Díaz Porlier y Sinforiano López: El primero, nace en Cartagena de Indias en 1788, y registrado como hijo del capitán de Infantería, Esteban Porlier Astequieta y de una dama desconocida, al no figurar reseña alguna, pero es muy posible que su apodo de ‘El Marquesito’ venga dado al parecer, por ser hijo legítimo del Marqués de la Romana. Destacará Porlier por sus hazañas militares en la Guerra de la Independencia contra las tropas invasoras de Napoleón en suelo español. El triste periodo de absolutismo que vivió España, durante el reinado de Fernando VII, le coge en la Corte y delatado, cuando tramaba una conspiración liberal contra el monarca, sufriendo en sus carnes la condena del destierro a cumplir en el Castillo de San Antón de La Coruña, cuya fortaleza se había convertido en un presidio militar en esa época, a pesar de ello, sigue fiel a su ideario liberal y continúa apoyando desde prisión este movimiento.
Debido a su talante negociador, logra unir en la Coruña, a todos los partidarios liberales que se hallaban dispersos en la lucha por una causa común, este proyecto lo lleva a cabo por medio de otro gran pensador liberal, Sinforiano López, quien a su vez, era uno de los más significativos liberales del momento, sobre el que más estrecha vigilancia se tenía por parte de las autoridades absolutistas fernandinas, así tan pronto como aquellos tuvieron pruebas que le involucrasen con el movimiento liberal, lo detienen y lo acusan de traición al apoyar un intento de golpe contra el Rey, siendo procesado y condenado a muerte, pena que se lleva a cabo en el entonces conocido Campo de la Horca.
Mientras Porlier está en prisión, los defensores del absolutismo, harán todo lo posible para que Sinforiano delate los nombres de todos los implicados en el movimiento liberal reaccionario, el cual según aquellos pretendía usurpar las funciones del Rey Fernando, pero Sinforiano López, fiel a sus principios e ideales, se mantendrá firme en su decisión y se niega a decir nada de lo que se le imputa, aduciendo en su defensa que todo era una “vil calumnia” levantada contra él por tener pensamientos liberales. Llegando incluso a ofrecerle salvar su vida de la pena capital a la que había sido condenado si confesaba. Ante las repetidas negativas de Sinforiano, éste es conducido al cadalso del Campo de la Horca ( más tarde Campo de la Leña) en cuyo lugar será injustamente ahorcado, a la vez que clamaba en su camino “Coruñeses, dejaréis ahorcar a Sinforiano”.
Pero el pueblo atemorizado, nada hizo en su defensa por salvar de la horca a un significativo patriota liberal. A falta de figuras liberales como Sinforiano, la conspiración sigue su marcha y Porlier, argumenta para su traslado del presido de San Antón, graves motivos de salud, por lo que, las autoridades locales, le conceden un permiso para que se traslade una temporada a las cercanías del Balneario de Arteijo, asignándole una escolta, la cual le mantendrá vigilado en todo momento, a cuyo mando se encuentra el capitán Castañeda, quien a su vez, también estaría implicado en aquella trama liberal.
Una vez acomodado en su nuevo destino de residencia, disponiendo de mayor libertad de movimiento, se reúne con los liberales, en la casa de Andrés Rojo, comerciante del lugar cercano de Pastoriza, en cuyo sitio, preparan el pronunciamiento que se debe llevar a cabo. El mismo tiene lugar en la noche del día 17 al 18 de septiembre de 1815, este se produce con la salida de Porlier, del Balneario hacia la casa de Ignacio Varela, comerciante local, en cuyo lugar se viste el uniforme militar, mientras tanto en La Coruña, se constituye una Junta de Gobierno provisional, la cual hace circular varias proclamas dirigidas al pueblo y a los militares estacionados en la plaza.
Las ciudades de Ferrol y La Coruña, se suman al levantamiento que propugna Porlier, por lo que éste, decide enviar un comunicado a la ciudad de Santiago, cuna del absolutismo, esta proclama se recibe en Compostela el 20 del mismo mes, cuya reacción es diferente a lo ocurrido tanto en Ferrol como en La Coruña, por lo que el Gobernador militar reúne a los representantes militares allí estacionados, al clero y a los munícipes. Juntos proponen una treta para capturar a Porlier, sobornando a algunos miembros de su confianza para que facilite información y su captura, de este modo será entregado a las autoridades absolutistas de Santiago.
Mientras acontecía a espaldas de Porlier en la ciudad del Apóstol, este y sus hombres, hacen noche en el camino de Santiago, cuando aparece el juez Antonio de la Iglesia, con un grupo armado del Folgoso, ante la pasividad o complicidad de su escolta, es detenido y llevado a toda prisa a Santiago. De este modo en la mañana del 22, su ejército emprende el camino de regreso a La Coruña, sin que ningún oficial al mando, tuviese la hombría de encabezar la revolución promovida por aquel insigne militar. Juan Díaz Porlier, será juzgado cuatro días más tarde de su captura y condenado a muerte, pasando sus últimos días en San Antón, donde escribió su propio epitafio.
Así las cosas, el 23 de octubre de 1815, Porlier es conducido camino del cadalso, al Campo de la Horca, para mayor vergüenza de todos los liberales de la ciudad, fue montado sobre un pollino vestido con una levita verde. En respuesta a esta ofensa absolutista, la ciudad se vistió de luto y los comercios en su totalidad cerraron sus puertas. Cuentan las crónicas de la época que cuando el escribano leyó la sentencia que le condenaba a la horca, instruida por causa de “Traición” Porlier, exclamó ofendido: ¡Traidor has dicho, mejor diría, el hijo más fiel a su Patria!
Su esposa, Josefina Queipo de Llano, compartía con su marido la defensa de los ideales liberales por la Constitución de Cádiz de 1812, por cuyo motivo, los absolutistas, la obligan recluir en un convento de la ciudad de Betanzos, este recinto sería custodiado por uno de los discípulos más retorcidos del absolutismo y de los mayores defensores de aquellos ideales, Vicente Feliciano Faraldo. El cual llegó incluso a prohibir que se abriesen los baúles que contenían las pertenencias de Porlier. Del convento saldría Josefina después del triunfo liberal de Riego y Quiroga en 1820.
Los restos de Porlier son trasladados a la Capilla de San Roque, levantando un monumento en su memoria, donde fueron depositados, pero cuando triunfa el absolutismo en 1823, estos restos cambian de lugar y se ocultan bajo el altar principal de la capilla, trasladando al cementerio general otros restos hallados en su lugar, cuando esta capilla de San Roque desaparece, es cuando aparece la urna que contenía los restos