Reportaje | El bar donde los podcast se hacen realidad

Reportaje | El bar donde los podcast se hacen realidad
Abel Caballero, propietario del Bar Becho | Patricia G. Fraga

Convertir los relatos en realidad se acerca sobremanera a darle forma a los sueños. Y en cierta forma de un sueño de niñez jamás olvidado le llegó a Abel Caballero la inspiración para tomar las riendas del nuevo local de la plaza del escultor Mon Vasco. El también presidente de la Asociación de Comerciantes Boulevard de Elviña y tesorero de la Federación Unión Comercial Coruñesa (FUCC) llevaba tiempo regentando la barra de un bar imaginario a través del podcast  en el que dio forma al Bar Becho, un total de 20 emisiones online que reproducían lo que ahora tendrá en su día a día: una conversación de barra cualquiera entre amigos.

 

Sin embargo, de la red a la barra hay un trecho que por fin se ha decidido a saltar. “Cuando surgió la oportunidad nos preguntamos por qué no abrir de verdad el Bar Becho”, confiesa el también técnico de Juventud.


Pero el flechazo llegó mucho antes, casi desde el nacimiento de Abel hace 30 años. Por entonces, su padre ya era un habitual del antiguo O Bon Humor, un ‘rara avis’ en una zona sin apenas hostelería. “Yo vivía pegado, y de ahí viene buena parte de mi amor por el barrio”, explica. “Nunca llegué a entrar de pequeño, pero quiero recuperar ese ambiente familiar del que todo el mundo hablaba y ofrecer al barrio una propuesta de hostelería”, añade. 


Neófito en el sector, la idea de Abel Caballero es darle una vuelta de tuerca a un oficio que generalmente se relaciona con jornadas maratonianas. “Además de ese ambiente familiar es fundamental tener trabajadores que se encuentren cómodos”, advierte. En el plan del propietario del Bar Becho está una especie de cooperativa en el que la toma de decisiones sea una puesta común. “Las decisiones se han de tomar en equipo: va a haber dos personas que hagan dos mañanas y yo otras dos. Luego, otras hacen cuatro tardes, de cuatro de la tarde a nueve de la noche”, dice.


Otra de las líneas rojas que ha puesto Abel Caballero es no sobrepasar cierto horario que pueda desviar el local del concepto original. Por eso, no habrá servicio de cenas o de copas nocturno. “Hay cosas de la hostelería que no queremos”, reconoce Caballero, al que de momento el concepto le está quitando horas de sueño a un hombre de por sí polifacético. “Me duermo pensando en los pinchos y me despierto pensando en los pinchos”, bromea. 


Con nombre de especialista en iluminaciones, Abel Caballero arroja luz en una zona en la que su local supone “un islote" desde el que retomar, además, el Bar Becho de las ondas. l
 

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