A Coruña tiñó de verde su corazón histórico y se unió a la fotografía nacional con un gran lazo humano que ata, une y amarra a sus ciudadanos contra el cáncer. Los representantes políticos y la sociedad civil fueron de la mano en uno de los pocos momentos en los que no cabe duda o discrepancia alguna entre todos y resultaron los rostros anónimos de lo que en la distancia se divisó como un todo. 

El concepto compromiso contra el cáncer puede resultar una realidad que se da por sentada pero que, eventualmente, requiere de demostraciones gráficas que ayuden a incidir sobre otras formas de, valga la redundancia, comprometerse. Y es que el lazo, sempiterno y multicolor modo de representar esa determinación, es también la imagen en forma de metáfora de los tentáculos de la enfermedad: todos conocemos a alguien afectado o hemos estado al lado de un familiar o amigo con el que hemos recorrido el camino. Ese es el concepto que quiso transmitir la organización. 

Debajo del lazo subyacía al menos una historia por asistente, un motivo para formar parte de esa iniciativa. María José y Andrés estaban entre las que pudieron celebrar buenas noticias al final del proceso. “No vengo por mí, sino por marido, porque es algo que conseguimos juntos y, sin haber estado juntos, seguramente se hubiera hecho más difícil todo el proceso”, reconoce. Sin embargo, Joaquín no pudo acudir de la mano de quien hubiera deseado, su padre José Ramón. Por el camino de la experiencia se llega a la meta de la conciencia, según reconoce: “Nunca piensas que puede suceder, hasta que llama a tu puerta; nos sentimos intocables, hasta que nos toca, por más que no tenga que ver con el azar”.

Que los políticos son representantes de los ciudadanos nunca se ajustó tanto a la realidad como en la primera fila del lazo, en la que formaron la alcaldesa Inés Rey, el popular Miguel Lorenzo, el delegado de la Xunta, Gonzalo Trenor, o la subdelegada del Gobierno, María Rivas. Diversos colores teñidos al unísono de verde y con un objetivo común. Por fin.

La preparación 

Las calles de la ciudad habían sido testigo de un flashmob escolar masivo, y la ingeniería del mismo poco o nada dista de la organización de un gran lazo. Si acaso la costumbre, por una cuestión generacional, de algunos de los asistentes. Para que nada fallase hubo tiempo para ensayos, indicaciones y demás puntos, megafonía mediante. Todo salió a la perfección cuando debía: con el repicar de las campanas del mediodía. 

Dieron paso las imágenes a las palabras, y ahí se llevó la palma el discurso de Gabriela, que pudo contar su experiencia con el cáncer de mama. Tomaron la alternativa Manuel Aguilar, presidente de la junta provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer, Gonzalo Trenor e Inés Rey. El cierre más redondo lo puso la misma melodía que sonó toda la mañana: como repitió hasta la saciedad la cantante neoyorquina Cyndie Lauper, las chicas (y los chicos) solo quieren pasárselo bien y tener motivos para celebrar.