Consiguió el ocio nocturno de A Coruña superar un listón que parecía inalcanzable hace un año y una utopía en cuanto a números en los todavía no tan lejanos tiempos de restricciones: batir el récord que había marcado el San Juan 2022, el primero postpandemia. Bares, restaurantes, pubs y discotecas trabajaron al límite de su capacidad operativa y abastecieron las demandas de uno de cada dos coruñeses. 

Fueron varias las señales que dejaron entrever que algo muy grande se cocinaba, más allá de sardinas y churrasco por doquier: desde la acampada de cientos de personas para ‘conquistar’ una parcela en los arenales a unas reservas hoteleras de casi completo. Los andenes de la estación de tren no pararon de ‘escupir’ turistas en la zona de llegadas.
Ni siquiera el hecho de que la estampa tradicional sea en la playa, que buena parte de las consumiciones salgan de bolsas de supermercado, o que el número de horas festivas supere con creces a la media mermó un ápice la potencialidad de tener más visitantes que nunca en la ciudad, tal y como reconoce Luis Diz, presidente de Galicia de Noite y gerente del grupo Pelícano: “Batimos el récord histórico, fue el mejor San Juan del que se tienen datos, un éxito total, en una gran noche, y sólo es la primera de un verano que tiene muy buena pinta”.

Actividad diferente 

Cifran los responsables del grupo Pelícano en 3.000 los asistentes a la zona del puerto, donde tuvo lugar desde medianoche la célebre Wake Up electrónica. Sin embargo, hasta 150.000, ¿cómo se reinventó el ocio durante la noche más corta y a la vez más larga?

La ampliación de horario ya resultó objetivamente eficaz y determinante en las cuatro ocasiones anteriores, pero el grueso del target no comenzó a abandonar la playa hasta pasadas las 03:30 horas de la madrugada. Por delante quedaban más de cinco hasta el cierre, pero para entonces todo iba ya sobre ruedas: en el Playa Club, Andén y alrededores los bares y pubs salieron a la calle, con barras y grifos a pleno rendimiento y precios en general asequibles y acordes al resto del año. 

Algo semejante sucedió en la zona del Orzán, donde pasadas las 05.00 horas resultaba un ejercicio de paciencia conseguir un hueco simplemente para pedir. Esa misma cola se convertiría, poco después, en la de espera para acceder al interior de los pubs a medida que se apagaban las llamas de una noche inolvidable.