La delegación del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) celebró ayer un encuentro con la arquitecta Betsaida Curto Reyes. La invitada realizó una ponencia en la que explicó las estrategias utilizadas en la creación de dos escuelas ubicadas en el desierto de Perú. La manera en que ella y su compañero, Ander Bados, aprovecharon los escasos recursos a su disposición les granjeó el Premio de Arquitectura 2023 del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (Cscae).
Originaria de Anayo, en Asturias, Curto Reyes estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (Etsac) de la UDC. Tras licenciarse, viajó a América y empezó a colaborar con la ONG All Hands and Hearts: “Fuimos allí porque nos interesaba la cooperación y entender la construcción con las manos”, cuenta la arquitecta.
Al pasar a formar parte del equipo de la ONG, Bados y ella empezaron a realizar proyectos y acabaron recibiendo el encargo de idear estos dos centros educativos en Perú: la Escuela Inicial 140 en Santa Cruz de Villacurí, en Ica y la ubicada en Cerro Colorado, Arequipa. “Utilizamos las mismas estrategias, pero, obviamente son sitios con diferentes condicionantes y salieron dos escuelas muy distintas”, explica Curtos Reyes.
La ventilación y el uso de materiales locales fueron aspectos esenciales, pero también se atrevieron a ir más allá de estos elementos. “Si con nuestra habilidad podíamos crear más oportunidades de las que nos pedían, lo intentábamos para darle más riqueza”, afirma la arquitecta.
“En sitios con menos recursos se suelen realizar estructuras que sólo cumplen los requisitos básicos. Nosotros creemos que eso es lo mínimo”, subraya la arquitecta dando relevancia a “la cualidad estética del edificio”. Ella afirma que este rasgo suele ser uno de los primeros puntos “que se olvidan”. “Con los medios mínimos, intentábamos que la escuela pareciese una de pago. Todo el mundo busca y se merece la belleza”.
Al preguntarle por la situación de la vivienda en A Coruña, Curtos Reyes deja claro que no posee una opinión profesional dado que no vive en la ciudad. No obstante recalca los peligros de la subida del precio en algunos lugares de España: “Creo que poder permitirse algo digno es muy difícil económicamente y, al final, acabamos en sitios que no son dignos”.
Tanto ella como Bados continúan su labor con nuevos proyectos. “Seguimos colaborando. Hace muchos que no construimos nada, pero hacemos otras cosas temporales con otras ONG como viviendas de emergencia”, desvela la arquitecta resaltando que su utilitarismo no les hace perder de vista los aspectos que consideran imprescindibles en cualquier edificio.