Se trataba de un novedoso producto desconocido importado de Francia, en la ciudad coruñesa se armó un revuelo en un principio. Merced a una reclamación, se conoce todo el proceso que tuvo en su recorrido, hasta que se le dio por bueno.
La historia a veces nos muestra cosas muy curiosas, las técnicas de ventas no es algo nuevo y de nuestros días, ya existía entonces, lo que sucede que, con el tiempo, se han ido perfeccionando. De modo que el 23 de marzo de 1767, Bernardo Ervella, diputado de Abastos, da cuenta en un memorial. Que junto a la Aduana Real, compró dos frasquitos de un licor llamado “Perfecto Amor”. Al probarlo le disgustó al paladar y al parecer cargado de almizcle u otra cosa perjudicial para la salud, solicitando se examinase su contenido, por lo que Alonso Nicolás de Fonseca y Patiño, abogado de los Reales Consejos y Alcalde mayor de esta ciudad, toma las providencias más ajustadas al buen servicio de la Justicia y de la Salud pública para que, con asistencia del médico y cirujano titulares de la ciudad, en compañía de Manuel Garzón Palomino y Ángel Priná, vecinos de ella, prácticos en todo género de licores, a quienes nombré peritos, corriendo los gastos de cuenta de Francisco Llobet de la Torre, su actual administrador, acompañados del Padre boticario de la Compañía de Jesús y del boticario Pedro Vázquez de Ven, ordenando se prohíba su venta, bajo multa. De 50 ducados.
Una vez olfateados y probados los frascos de “Rosoli”, tiene un olor de almizcle, pero sin poder asegurar sus efectos, al no ser de su profesión, ni estar en uso este ingrediente en las boticas, a menos que no preceda receta de los médicos. Mientras que Pedro Vázquez, intuía que era un olor que imitaba la sidra o almizcle, mientras que Manuel Garzón Palomino, en su percepción pone de manifiesto, es de buena calidad, así en color, dulce sabor y olor, a excepción del almizcle, por un descuido del fabricante, que se hace en Francia y esto le constaba porque lo había visto introducir en cajones por la Real Aduana, en que asiste como Ministro de las Rentas Reales.
Por su parte Ángel Priná, certificaba que dicho licor proviene de Montpellier y Burdeos en Francia, donde se fabrica la mayor porción y más ricos licores y el citado licor, es fino, buen sabor y color, sólo alguno de ellos, suele tener algún sobresaliente de almizcle, por un descuido del fabricante, ni por eso deja de ser de buena calidad y se puede beneficiar como se practica en todas partes, que el dicho almizcle se le echa a proporción para darle olor. Por lo que tras la aprobación de las medidas con algún reproche, se permitió su venta, ya que se llevaba haciendo desde 1742 y nunca antes se había tenido noticia alguna de queja al respecto y este licor estaba arraigado en una importante parte de la población que tenía recursos para su adquisición.
Relación de los mercaderes-comerciantes de vino catalán en 1766.
Los comerciantes catalanes asentados en la ciudad coruñesa, en ese año de 1766, contaban con una amplia disposición de distribuir sus vinos a la población, teniendo para ello, el servicio de diversos taberneros que hacían aquella disposición a sus clientes, tanto para el consumo en el local, como su expedición a casas particulares, siendo estos los siguientes nombres que a continuación se citan:
Pablo Alva, tiene almacén en el Cantón Grande.
Francisco Sabriá, tiene almacén en su casa y taberna en la calle que baja de San Nicolás para San Jorge.
Francisco Mariach, tiene en su casa en la Puerta de la Torre de Abajo, taberna, detrás de las Madres Capuchinas.
Juan Fontanales, en la compañía de Juan Utal, tiene almacén frente a la Aduana, en casa de Ortega, y tiene en él, taberna.
Juan Solá, tiene almacén en la calle de San Andrés, en casa del Pe... Martín.
Cristóbal Ferrer, tiene su almacén junto a San Nicolás, tiene en él, su taberna.
José Gueli, tiene su almacén en la Rúa Nueva, en casa de Denio Pascual Mosquera.
Francisco Solé, tiene su almacén en la casa de Francisco Valiente, calle de San Andrés.
Cristóbal Vidal en compañía de José Galtes, tiene delante del cónsul inglés, en casa de Nicolás de Soto, el almacén, donde tiene su taberna.
Francisco Canilles, tiene su almacén en la calle de la Rúa Nueva, en casa de Juan Varela.
Eran todos los nombrados los comerciantes más importantes de entonces.