La obra legada por Eusebio da Guarda y su esposa Modesta Goicouría, requiere tiempo para la obtención de los resultados y noción del alcance de la figura de este bienhechor, al invertir su fortuna personal en La Coruña de entonces. Legando a la ciudad un importante cuerpo cultural, con la creación primero, del Instituto de Segunda Enseñanza y después del Grupo Escolar que llevan el nombre de este buen patricio, situados ambos en la Plaza de Pontevedra (entonces el denominado Caramanchón). En el aspecto religioso rehizo la arruinada capilla de San Andrés. Con el Gremio de la Paz y Misericordia, tendría un largo pleito.
En el económico, dotó a la ciudad de un mercado de abastos, para que las gentes menesterosas, vendiesen sus productos con seguridad e higiene en el lugar más apropiado. De este modo nació el Mercado da Guarda, aunque el propio Eusebio no lo vería, al haber fallecido un 20 de marzo de 1897. Sus hermanas Luisa y Rosa, quisieron que el proyecto ideado por su hermano saliese adelante y lo lograron con tesón y voluntad.
Muchos miles de coruñeses y coruñesas, han estudiado y estudian en el Instituto da Guarda, su cuadro de profesores, ha estado y está catalogado como el más capaz, por la responsabilidad que representa para todos ellos, la historia de los alumnos insignes que han salido de sus aulas desde su fundación, incluido el niño pintor y prodigio del arte, quien se desarrolló en esta ciudad de la mano del Maestro Brocos. De que su pincel, fuese el de mayor atención que despertó en la reciente historia del arte, como fue el genio de Pablo Picasso, más conocido entonces como “Pablito”. Pocas instituciones tienen el honor que la historia quiso dar a esta magna institución académica coruñesa. Donde han estudiado insignes escritores, médicos, abogados, farmacéuticos, políticos, economistas y un largo etc.
La obra de este prócer, va mucho más allá del mero Instituto, quién levantó a sus expensas la arruinada capilla de San Andrés, que a la postre le causaría muchos disgustos y sin sabores debido a los pleitos sostenidos con la Hermandad de la Paz y Misericordia, por la propiedad del fundo donde se levantó dicha iglesia. De la cual el Gremio no quería desprenderse, pero, una sentencia les privó de sus antiguos derechos, al quedar abolidos todos los gremios en 1852. Donde descansan ambos cónyuges, en un mausoleo de mármol de Carrara a espaldas del Altar Mayor.
También haría levantar el Grupo Escolar da Guarda, de estudios primarios y de párvulos, aunque no tuvo tiempo de disfrutar viéndola finalizar, al haber fallecido un año antes de su conclusión. Donde también se situaba la Sala Calvet de Gimnasia, tenía su entrada de forma independiente por la parte lateral que daba, hacia el Caramanchón y Orzán.
El Mercado da Guarda, sería idea suya, dejando escrito en su testamento, que si llegaba el remanente y si los herederos lo estimaban, se hiciese. Y las hermanas de Eusebio, Luisa y Rosa da Guarda, se pusieron manos a la obra, no podían faltar a los deseos de su extinto hermano y el pabellón central, se levantó con sumo lustre y orgullo de La Coruña de entonces, un soberbio Mercado de Hierro, cuyos vendedores de pescado estrenaban sus mostradores de mármol, lo nunca visto con anterioridad y cuyo recinto más conocido popularmente es la Plaza de Lugo.
También Eusebio da Guarda fue constante, invirtiendo en obras sociales de la ciudad, participó entre otras en la Casa de Baños de Riazor y en la construcción de las Casas para los obreros del Campo de Marte.
Aparte de estas grandes y costosas obras que llevó a cabo a lo largo de su vida Eusebio da Guarda, tuvo incidencia económica en otras actuaciones de La Coruña, se puede decir que estos próceres fueron los mayores donantes de patrimonio a la ciudad. Luego le siguen los hermanos Ricardo y Ángela Labaca, quienes a sus expensas, levantaron el Colegio Labaca. El Hospital Materno de Eiris, fue el primer hospital de maternidad que tuvo la Coruña, hasta entonces, las madres daban a luz en sus casas (hoy es Hospital Oncológico). Así como la iglesia anexa, para que los allí convalecientes pudiesen seguir la liturgia de la Santa Misa a las horas señaladas en los días de la semana y en la de los domingos.
En definitiva, son la historia viva de la ciudad coruñesa, que conserva sus legados visibles ante nuestros ojos, son los bienhechores que deben tener un lugar en nuestro pensamiento, porque han propiciado con sus obras un gran desarrollo cultural, sanitario y social. Para todos ellos, eterna gratitud ciudadana. Seguiremos hablando de su vida y obra, en próximas entregas.