Reportaje | La regla de la constancia para aprender una segunda lengua

Reportaje | La regla de la constancia para aprender una segunda lengua
La constancia para seguir aprendiendo suele ser el mayor desafío de los estudiantes de idiomas | Patricia G. Fraga

Los idiomas son una asignatura pendiente. Su conocimiento  abre la posibilidad de acceder a mayores oportunidades tanto en el ámbito personal como profesional. Este dominio aporta nuevas formas de conocer el mundo y enriquece el currículum en un mercado laboral cada vez más globalizado y exigente. Ante esta perspectiva, es frecuente que entre muchos se imponga el aprendizaje de una segunda lengua como propósito del nuevo año, sobretodo si se trata del inglés.


El impulso de enero puede suponer una barrera para quien desee dirigirse a la Escuela Oficial de Idiomas. Este organismo de la Xunta engloba una variada oferta idiomática que abarca inglés, francés, alemán, italiano, ruso o japonés entre otros. No obstante, las matriculas se suelen realizar para cursos que dan comienzo entre septiembre y octubre, lo que obliga a tener que esperar o buscar otra alternativa como las academias privadas.


En A Coruña existe una amplia variedad de escuelas dedicadas a la enseñanza del inglés en cualquier momento del año. “Siempre hay un boom en estas fechas. Lo que vemos este año es que la gente se espera un poquito. Suelen apuntarse después de Reyes para acomodarlo al trabajo”, detalla Anyssa, representante de English Gym.

 

Aguante

Este y otros centros plantean la formación como un entrenamiento de constancia en el que cada alumno tiene su entrenador personal que vigila su desarrollo así como las posibles señales de que quiera tirar la toalla. “En cuanto notamos que no vienen, llamamos”, afirma Cruz Mirage, de la escuela de idiomas ‘Four Ways’. Sin embargo, el desinterés es difícil de superar si el estudiante no se esfuerza por superarlo.


“El curso empieza en septiembre y octubre, pero cada año hay más gente que lo inicia con el calendario”, detalla David Wornham, director de la academia Wornham, que también explica cómo la constancia suele ser un logro individual: “Es importante entender que no hay métodos mágicos. Sin esfuerzo no se aprende un idioma”. 


Uno de los mayores enemigos de la voluntad para continuar suelen ser las distracciones como las vacaciones y el buen tiempo. La mayoría de academias coincidieron en señalar los meses de veranos como aquellos caracterizados por la mayor caída de inscritos a lo largo del año. Tal tendencia se suele observar en mayo, momento en que la playa resulta más apetecible que cualquier otra selección.


Según Education First, A Coruña se sitúa como la cuarta ciudad española, y la segunda gallega, con el mejor nivel de inglés. No obstante, España mantiene una media relativamente baja respecto al resto de Europea quedando en el puesto 25.

 

Francés y aplicaciones

Aparte de la lengua de Shakespeare, el francés suele ser otra alternativa a convertirse en propósito anual. “Es como cualquier otra actividad. Siempre hay mucho afán de aprender cosas nuevas”, cuenta Olga Bellas, directora de la Alianza Francesa: “Lo importante es empezar una cosa y estar dispuesto a terminarla”.
Internet también supone una fuente de enseñanza. Cada vez son más los tutoriales de Youtube o Instagram para conocer las bases o mejorar la pronunciación. Esta opción económica suele flaquear ante la falta de un temario organizado y la interacción entre alumno y profesor.


Siguiendo la estela de las nuevas tecnologías, se debe mencionar las aplicaciones móviles. Aunque existen un amplia variedad, Duolingo, Babbel o Busuu son algunas de las más populares en este momento. Su sistema de enseñanza consiste en juegos de memorización que relacionan dibujos con palabras e indican la correcta construcción de frases. El problema de esta opción radica en que su efectividad disminuye a medida que se profundiza en el dominio de los idiomas. 

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