Muchas de las más significativas batallas de la historia de España tuvieron lugar en aguas alejadas de las costas de Galicia. No obstante, siendo A Coruña puerto principal de la Corona algunas le acabaron afectando.
Comencemos por lo acontecido en aguas de Cádiz en 1587. Entre el 29 de abril y el 1 de mayo de 1587 se produce el ataque de Drake. El monarca español Felipe II se halla inmerso en formar una poderosa armada para emplearla en la invasión de Inglaterra. Enterada la reina Isabel de lo que pretendía, ordena a Sir Francis Drake que acabe con aquellos preparativos. Sabe cómo enfrentarse a los españoles, pues lo ha hecho en varias ocasiones contra la flota de Indias. Al mando de 23 barcos, pone rumbo a las costas de Cádiz, en cuyo lugar se encuentra fondeada una parte importante de la escuadra española. En su aventura, logra evitar a las baterías de costa y las galeras, que pueden entorpecer la incursión naval. En su audaz empresa logra hundir un buen número de barcos españoles allí fondeados, entre los que se halla un galeón. Logra salir de aguas gaditanas indemne y causa a la flota de Felipe II la pérdida de 33 naves.
Estos hechos causan una gran pesadumbre al monarca español, no tanto por el número de barcos perdidos como por la audacia con que se lleva la operación. Todo culmina un año después con el desastre de la Armada bautizada como ‘la Invencible’ en su incursión en Inglaterra. Por cierto, antes del desastre, en julio de 1588, recala en el puerto de A Coruña, que en 1589 recibiría la Contraarmada, con Drake y Norris al frente, que fue rechazada por María Pita y sus contemporáneos.
De 1639 data la Batalla de las Dunas, de la que hablaremos después, pero para situar el enfrentamiento vayamos antes al 23 de abril de 1607. En el marco de la Guerra de los Ochenta Años, una flota de las Provincias Unidas (Holanda) sorprende y ataca por espacio de cuatro horas a la escuadra española fondeada en la bahía de Gibraltar. El combate finaliza con la victoria de los holandeses, mandados por el almirante Jacob van Heemskerk, sobre los españoles, liderados por su homólogo Juan Álvarez de Ávila. Ambos mueren en el combate. Los holandeses ponen en escena a 30 naves, cuatro de ellas de carga: el buque insignia de Van Heemskerk es el ‘Aeolus’. Los españoles suman 21 barcos, entre ellos el galeón ‘San Agustín’, que a cargo del hijo de Álvarez de Ávila.
En cuanto al desarrollo del combate, Van Heemskerk golpea primero. Se adelanta en la acción y deja a la entrada de la bahía a algunos de sus barcos con el objetivo de evitar la salida de los navíos españoles. Después se adentra con el resto de su flota y centra su fuego sobre el ‘San Agustín’, que enseguida queda desarbolado. Van Heemskerk resulta muerto en esta acción a consecuencia de las heridas sufridas en una pierna debido al alcance de una bala de cañón. En el transcurso de la lucha, los holandeses dividen su flota y lanzan una feroz ofensiva contra los barcos españoles. El ‘San Agustín’ es capturado, y después abandonado a la deriva por los holandeses. Los españoles pierden en esta batalla la totalidad de la flota y a 4.000 hombres. Sus rivales suman 160 bajas entre muertos y heridos.
La Armada Invencible recaló en julio de 1588 en aguas coruñesas, las mismas a las que llegó la Contraarmada de Drake y Norris al año siguiente
Avancemos unos años hasta 1639, cuando al suroeste de la costa de Inglaterra y al este de Dover tiene lugar la Batalla de las Dunas, que enfrenta a 117 barcos holandeses contra 77 españoles. Como origen de este enfrentamiento hay que citar los ataques corsarios de los holandeses a los mercantes españoles. Así, en 1628, Piet Heyn logra atrapar a una flota española que transportaba plata desde las Indias Occidentales a España. Al tiempo, los holandeses amenazan con cortar las comunicaciones por mar entre España y sus colonias en los Países Bajos.
De modo que en 1639 se forma en Cádiz una flota de 23 barcos para operar en las costas de Francia y Holanda. Al mando está Antonio de Oquendo. La llamada escuadra de Dunquerque se reúne en A Coruña, de donde zarpa en el mes de agosto. Su misión principal es llevar tropas y vituallas a Flandes. Apenas entran en el Canal de la Mancha, los holandeses apresan a tres de los transportes españoles, en los cuales van más de mil infantes. Allí les aguarda el almirante holandés Martín Tromp, con apenas 13 barcos bien armados. Intercepta a la flota del almirante Oquendo y ataca a sus naves con tanta precisión que obliga a éste a refugiarse en aguas neutrales, frente a la costa de Inglaterra. Por su parte, el almirante holandés, mantiene una estrecha vigilancia sobre su rival hasta que le llegan refuerzos.
El 31 de octubre los barcos españoles varados cerca de tierra y faltos de maniobra serán una presa fácil para los holandeses. Tres brulotes son arrojados sobre la nave capitana de Oquendo, éste logra evitarlas, pero uno de ellos se engancha en el galeón ‘Santa Teresa’, de Lope de Hoces, y se pierde en llamas. La nave de Oquendo logra llegar junto con otras ocho a Mardique. Del resto de la escuadra, nueve se rinden, pero se hunden cuando son remolcados a Holanda. Los demás barcos encallan en las costas de Francia o Bélgica. De los varados en los bajos ingleses, nueve llegarán a Dunquerque.
Según la versión de los holandeses, la pérdida de los españoles es de 43 barcos y 6.000 hombres. Las de los holandeses, según noticias españolas, es de diez barcos y mil hombres. Al igual que había acontecido en 1587 contra la flota inglesa, la incapacidad de reacción y la estrategia naval fueron las grandes ausentes. Los barcos de Oquendo disponían de unos efectivos militares prestos al abordaje en una maniobra que nunca llegó a realizarse, mientras los barcos holandeses mantuvieron una prudente distancia para que esto no llegara a ocurrir.
Este desastre naval español traerá en consecuencia el reconocimiento de la independencia de Holanda unos años más tarde, en 1648.