Los vecinos del número 81-91 de la calle de Manuel Vales Villamarín, en Os Castros, sufrieron dos asaltos en su comunidad la semana pasada. En el último, en la noche del viernes al sábado, un sujeto entró en el garaje comunitario y destrozó los cristales de más de treinta de los vehículos estacionados para llevarse los objetos de valor del interior. Afortunadamente, fue descubierto por los vecinos, que llamaron a la Policía Nacional, y fue arrestado.
El robo tuvo lugar a altas horas de la noche. Según parece, el individuo consiguió colarse en el portal de la comunidad y desde allí, bajar al garaje por unas escaleras. Empleando un extintor para romper las ventanillas, llegó a robar o registrar en 32 vehículos estacionados, llenando la mochila de objetos diversos, la mayoría de escaso valor. Sin embargo, el ruido alertó a uno de los vecinos y cuando fue a investigar qué había ocurrido, el ladrón trató de huir, pero fue localizado escondido en el hueco de la escalera.
Una patrulla de la Policía Nacional hizo acto de presencia poco después. “Vinieron enseguida”, reconoce un vecino.. Los agentes detuvieron al sospechoso que, según los testigos, era un toxicómano, y recuperaron así sus pertenencias, aunque para muchos esta visita indeseable supuso enviar sus coches al taller. El garaje estaba ayer medio vacío todavía.
Los damnificados apuntan a que el sujeto detenido el fin de semana es el mismo (o uno de ellos) que se habría colado en al comunidad en la noche del martes al miércoles, durante la que fueron robados varios trasteros. “En ese caso, usaron una palanca para abrir las puertas”, señala un vecino que se libró del robo.
Los ladrones consiguieron llevarse en aquella ocasión varios objetos valiosos, entre ellos una bicicleta eléctrica. De hecho, se llevaron tantas cosas que los ladrones utilizaron el pequeño contenedor de orgánicos que se encontraba justo delante del portal para poder transportarlas con más facilidad. Que se haya podido detener al sospechoso de robo en el garaje no consuela mucho a los vecinos, dado que ya es la cuarta vez en un año que sufren un robo en su comunidad, precisamente el lugar donde deberían sentirse más seguros. Tras el último allanamiento, cambiarán los mandos del garaje, pero esa medida no les garantiza nada.