La shisha o cachimba, una importación que se remonta al medievo árabe, ha conseguido lo que ni siquiera las lentas en las discotecas: Sentar y provocar el diálogo entre los que disfrutan del ocio y la hostelería. Y es que un hábito que en Oriente representa tres cuartas partes de los ingresos del sector se ha instalado para quedarse en los países occidentales, especialmente entre los consumidores más jóvenes.
Antiguamente, ese foro eran corrillos improvisados con un subversivo primer pitillo. Ahora, largas conversaciones en sofás, con una cachimba de por medio, ya sea a las cinco de la tarde o de la madrugada. De la mano de la demanda ha llegado una oferta creciente: Todos los locales de la zona del Puerto ofrecen la posibilidad de consumo, al igual que buena parte del Orzán. También proliferan aquellos especializados, a modo de cafetería, pero moldeada a los hábitos postadolcentes y adultos. Fue precisamente ahí donde vio su oportunidad Ángel Bugueiro ‘Gelete’, que en 2018 abrió Kairos –momento adecuado en griego antiguo– en la avenida de Barrié de la Maza. “Mis socios y yo tenemos varios cáterings de sishas para bodas, fiestas o eventos privados y nos dimos cuenta de que hacía falta un local así, las teterías ofrecían ese servicio, pero no eran específicas de eso”, explica. Hoy, prácticamente todos los negocios nuevos dirigidos a menores de 30 años hablan de sisha bar o la promocionan entre sus servicios. En menos de cuatro años, hasta cuatro establecimientos tienen la cachimba como principal reclamo o actividad.
►LA FIEBRE DE LA CACHIMBA EN CIFRAS
4 LOCALES | 80 SABORES | 70 UNIDADES | 15 EUROS |
La shisha o cachimba requiere un pequeño proceso de preparación que ha obligado, por ejemplo, a que en los pubs o discotecas haya personal específico para servirlo correctamente. “Necesitas básicamente un hornillo para calentar los carbonos, el carbón, unas pinzas para moverlo y calentarlo, una cazoleta y el tabaco”, afirma Gelete. Ojo, no se trata de fumar nicotina, alquitrán o todo lo nocivo de los cigarrillos tradicionales. “Es como fumarte una fruta”, comenta el responsable de Kairos Shisha.
Fumar una fruta o, prácticamente, lo que uno quiera, ya que es posible encontrar más opciones que en la mejor heladería italiana: desde limón, fresa, menta o vainilla a tarta de queso o, en breve, arroz con leche. Un total de aproximadamente ochenta opciones diferentes de sabores para todos los gustos.
Para los no iniciados en las cachimbas o shishas, muchos de ellos no fumadores, Gelete tira precisamente de los sabores para explicar el proceso. “Son melazas y piedras con sabores, así es como se lo solemos explicar a los que vienen a probar por primera vez”, comenta.
Es de los locales de shishas y cachimbas un sector que ha convertido en empresarios a muchos jóvenes. Se trata de una apuesta semejante a la de una cafetería al uso, con el añadido de la infraestructura para fumar. El precio medio ronda entre los 250 y 300 euros por pieza, y en el caso del Kairos, por ejemplo, el stock es de 70, aunque comenzó con 25. El precio de uso de cada una es de unos 15 euros de media, por lo que se trata de una inversión de rápido reembolso. Además, pocos elementos de ocio ofrecen un disfrute tan largo ese precio.