La máquina del buen rollo de The Rapants funcionó como una apisonadora sobre la misma arena en la que hace cinco años se estrenaron como grupo festivalero. Los muradanos convirtieron el arenal de Riazor en una gran pista de baile como si estuvieran en Ancoradoiro o Louro y pidieron “un forte aplauso para os nosos teloneros Vetusta Morla, por fin o Concello trae un grupo á nosa altura”.
Legiones de seguidores, una marea creciente, aguantaron hasta pasadas las 01:15 al comienzo de un concierto divertido pero sin perder la clase en cada acorde, cada vez más cerca de The Smiths y The Cure. Pero el día que abandonen ese jallejo da Costa que pone voz a sus historias habremos perdido todo un patrimonio.