El 27 de junio de 2009, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco declaraba a Torre de Hércules Patrimonio Mundial. El faro romano más antiguo del mundo aún en funcionamiento, monumento emblemático de la ciudad de A Coruña, conseguía así esta merecida distinción por la que tanto se había peleado desde la ciudad, y que hacía justicia al monumento. Este martes se cumplían catorce años desde la declaración, por lo que la torre estaba de aniversario. Para que todos los que lo deseasen pudiesen disfrutarlo, la entrada a la Torre fue gratis durante todo el día.
Por la noche, la Torre de Hércules se ilumina en color azul para celebrar esta fecha. Su valor universal excepcional reside en que es el único faro romano del mundo que sigue en pie y que aún sigue operando, a pesar del inexorable paso de los siglos. Además, es un caso único de intervención arquitectónica en un monumento de la Antigüedad. Son dos mil años de historia, que continúan dos milenios después de su creación.
En su momento, la distinción se concedió por varios motivos. Uno de ellos por el hecho de continuar en funcionamiento a pesar de su larga trayectoria. En más de un 60% mantiene su función original de señalización marítima, que a día de hoy continúa resultando útil de forma evidente.
Otro es por su restauración. Se trata de un caso paradigmático de una intervención arquitectónica en un monumento de la Antigüedad, porque cuando en 1790 Eustaquio Giannini proyectó la restauración de la Torre de Hércules, aplicó unos criterios científicos, mostrando un respeto total por la integridad del faro y manteniendo su autenticidad.
Por eso, la intervención, lejos de restarle valor (que es algo que por desgracia sucede en numerosas ocasiones en este tipo de situaciones), supone un atractivo más, porque muestra la sensibilidad de los hombres y mujeres del siglo XVIII al intervenir en el patrimonio construido.
Durante este martes, fueron numerosas las personas que visitaron la Torre, tanto ciudadanos de A Coruña como turistas que se encontraban de visita en la urbe y no dudaron en acercarse al lugar. Todos pudieron admirar con sus propios ojos el faro, como ya se hacía dos mil años atrás.