Una queja individual se ha convertido en la principal preocupación de O Ventorillo en este comienzo de año, toda vez que a medida que se comprobó la veracidad del relato los miembros de la asociación han llegado a un consenso: el parque infantil se ha convertido en una pesadilla para la salubridad de los pequeños: una mañana de juegos acaba con ellos empapados de orines e impregnados de un olor pestilente, debido al descuido o falta de cuidado de los tutores de mascotas.
El ciclo de uso de la instalación de la calle del Alcalde Salorio Suárez resulta cruel con los principales destinatarios del mismo, según afirma el vicepresidente vecinal, Aníbal Rodríguez: “Alrededor de las nueve de la noche se juntan multitud de perros en la zona, sin que los dueños presten la atención suficiente, y nosotros quisimos lanzar el tema para ver qué opinaba la gente del barrio. La mayor parte nos ha confirmado que la situación es así, a pesar de que en zonas donde hay un parque infantil está prohibido entrar con animales”.
Lejos de buscar una confrontación o cualquier tipo de polémica con los responsables de los animales, el tono de la asociación es conciliador y la intención es encontrar el equivalente a un parque infantil, en forma de área canina. Es decir, que las dos especies tengan derecho a juguetear libres de preocupaciones o amenazas.
Acostumbrada a mantener un contacto constante con los responsables municipales, ayer mismo la asociación vecinal de O Ventorrillo trasladó el tema a Esther Fontán, concejala de Medio Ambiente, y ésta se mostró receptiva con la alternativa del área canina, un espacio ya existente en Santa Margarita, Novo Mesoiro o Bens. Además, también agradeció la recomendación sobre una cartelería más visible y en mejor estado con las normas de uso de la instalación.
Y es que, tal y como señala Aníbal Rodríguez, la intención era una solución y no una polémica. “No se trataba de llamar a la Policía, sino al civismo de, si soltamos el perro, estemos pendientes de él”, recuerda el vicepresidente.