Durante los últimos años, la palabra ‘normalidad’ ha estado definida por la palabra ‘prepandemia’. Durante los dos últimos años, y desde el confinamiento, la situación ha variado en función de las diferentes olas del covid, variando en sus restricciones, y uno de los principales factores afectados había sido la movilidad. Algunos opinaban que los cambios que había obligado el virus, como el trabajo telemático, habían llegado para quedarse pero parece no ser así: al comienzo del verano, con la operación salida, la DGT registró en los principales accesos de la ciudad una Intensidad Media Diaria (IMD) similar al confinamiento. Solo quedaba el transporte público y, a finales del mes pasado, la Compañía de Tranvías anunciaba que la brecha de 15% menos de pasajeros que venían arrastrando desde finales del año pasado se había cerrado prácticamente.
Septiembre siempre registra un mayor cantidad de tráfico, dado que los estudiantes regresan a sus centros de enseñanza y los empleados, a sus puestos de trabajo. Pero este cambio ha contribuido los fuertes descuentos en los billetes del transporte publico. No solo el servicio de autobús municipal, sino el metropolitano o el tren de media distancia, lo que ha propiciado un despegue importante en las últimas semanas. Como señaló el directo de la Compañía de Tranvías, Ignacio Prada, a día de hoy el único rastro que queda de la pandemia en la movilidad es la mascarilla, medida que todavía se exige en el transporte público.
En junio del año pasado, Ramiro Martínez Rodríguez, director del Centro de Gestión de Tráfico del Noroeste, apuntaba a que la gente todavía tenía “miedo a viajar, están esperando a la vacuna, que no quiere moverse. La normalidad no llega de golpe”. A esas alturas, la intensidad de tráfico en el área metropolitana de A Coruña era de 10% menos que en 2019, aunque otras áreas, como la de Ferrol, o Vigo (-12,3%) mostraban signos más lentos de recuperación. La movilidad en el casco urbano se mantenía también por debajo del 90%, según fuentes municipales consultadas.
Esto quiere decir que unos cien mil vehículos entran y salen diariamente de la ciudad, tanto por Alfonso Molina (unos 54.000), como por la avenida de Arteixo (unos 18.000) como por la Tercera Ronda (más de 22.000), lo que ha dado lugar a algunos atascos durante los días más lluviosos del mes pasado, un problema que no añoraba nadie cuando las calles se hallaban vacías. Las gráficas de la DGT mantienen registradas para la historia los bruscos cambios de movilidad cuando el toque de queda se había establecido a las seis de la tarde y la línea se volvía plana, como el encefalograma de un alguien que acabara de morir.
También la movilidad interna ha llegado casi a niveles de 2019 con grandes arterias como la de la ronda de Outeiro volviendo a cifras de cerca de 19.000 vehículos diarios, los 12.000 de la calle de Juan Flórez o los 21.000 del Paseo Marítimo que junto con la avenida el Puerto (23.000) es la que más tráfico registra.
Los números parecen indicar que los residentes del área metropolitana han vuelto a sus viejos hábitos, por lo menos en lo que se refiere al desplazamiento. Si la pandemia ha traído algún cambio, no parece que haya sido en la movilidad.