Galicia se quedó ayer un poco muda, al perder a una de sus voces más queridas, la del admirado Sito Sedes. Pero realmente su voz no se ha ido: queda prendida para siempre en el recuerdo de aquellos que la escucharon en cientos de verbenas y actuaciones, y también en puñados de cassettes y cedés. Ese es su legado, que estamos obligados a preservar.