Si hay algo que Betanzos esperaba con ansia, además de la medalla de su ilustre Carlos Arévalo en París, era el regreso del Globo de San Roque, el aerostato de papel más grande del mundo y que en 2023 se quedó sin volar, para decepción de vecinos y allegados. El emblema de las fiestas betanceiras no tuvo problemas, anoche, para subir al cielo entre aplausos y vítores y dejar atrás los sinsabores del año pasado.
Una abarrotada plaza de O Campo –la organización apunta a más de 50.000 personas– vivía con tensión las horas previas al hinchado y eran muchos los que desde bien temprano se apostaban en los mejores sitios, los que garantizan un buen visionado de la ceremonia de encendido de ‘chorizos’ y ‘pachuzos’ para llenar de aire la estructura.

A las 23.55, y tras la alarmante lluvia, el Globo –que llevaba en sus cuarterones alusiones al ascenso del Deportivo y a la ceremonia de apertura de las Olimpiadas, entre otras– salía de la iglesia de Santo Domingo para confirmar los buenos augurios de los presentes. Casi una hora después la multitud rompía en aplausos y unos se abrazaban a otros. Este año sí.

Últimos años

En 2022 el Globo también se hizo de rogar y, en vez del habitual día 16, voló el 18. La persistente lluvia que no abandonó la ciudad durante toda la jornada y el viento impidieron que ascendiese por San Roque y fue una auténtica desilusión, ya que Betanzos llevaba desde 2019 esperando este ritual –en 2020 y 2021 no se pudo vivir debido a la pandemia–. En 2025 el evento que inició Claudino Pita cumplirá 150 años.

La alcaldesa, María Barral, se arrodilló un año más ante el patrón en la Función do Voto y aludió a la cohesión social y el respeto entre ciudadanos. “Pedímosche que a vida cotiá non sexa un campo de batalla, que nos deas a capacidade de escoitarnos os uns aos outros”, expresó