Cuando Javier Cercas comenzó a escribir la primera de las novelas de Terra Alta comprendió “que no podía ser solo una” y planeó “tres volúmenes más”. Así, acaba de publicar la tercera pieza de lo que, por ahora, es una trilogía, “El castillo de Barbazul”, obra con la que viajó ayer a A Coruña para charlar con Javier Pintor y Xavier Seoane en la UNED, no solo de este proyecto, sino también de sus anteriores creaciones literarias.
Cercas explica que el proyecto está concebido para una cuarta parte, incluso buena parte “ya está escrita”, aunque no sabe si la publicará, “ya veremos, solo sé adonde voy cuando he ido”. Lo que sí sabe, sin necesidad de spoilers, es que esta tercera parte tiene “un final abierto”, pero se puede leer de manera autónoma, “se podría acabar así”.
Lo que sí que tiene claro es que el proyecto de Terra Alta le está descubriendo a “un nuevo escritor” que Cercas aún no conocía, y, en este camino, “me estoy divirtiendo muchísimo”.
Fue una prueba el crear una obra autónoma y que al mismo tiempo forme parte de un ente mayor. “Los desafíos me encantan”, explica el autor, que añade que crear tres o cuatro obras como parte de un todo es “un desafío aún mayor”.
Preguntado sobre las etiquetas en la literatura, y sobre las que a él le pueden poner, lo tiene claro, “me da lo mismo”. Pero sí que hay algo cristalino: “solo hay dos tipos de novela: las buenas y las malas”.
En el caso de “El castillo de Barbazul”, y de la Terra Alta, en general, se podría etiquetar como novela policíaca, pero Cercas entiende que “siempre he escrito novela policíaca”, en tanto en cuanto todas las novelas, no solo las suyas, contemplan un enigma, “casi todas las novelas desde el Quijote”, plantean algo similar.
A la hora de crear, comenta que siempre ha escrito para escoger su destino “para eso se lee y para eso se escribe, para que no te escriban”, a lo que añade que se escribe “para que el destino lo puedas escoger tú, para que no te lo impongan”, algo que asegura siempre ha intentado, aunque “no es tarea fácil”.